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Por Martina Kaniuka
(APe).- A orillas del mismo río donde Soledad Cayunao gestó la resistencia para protegerlo, en ausencia de un Estado que garantiza que todos los días en forma de alambrado, helicópteros, con la violencia de una patota a caballo y la impunidad de una amenaza de muerte, les lleguen las advertencias de una nueva Campaña al Desierto en curso. Ahí donde desde los noventa, los vecinos y asambleístas del pueblo chubutense se convocaron cada una de las veces en que hubo que ponerle el cuerpo a la defensa de cosas tan obviamente básicas como el agua para vivir.
Primero, contra los basureros nucleares en la década del 90´. En el 2000 para frenar el avance del oro y la mina. El último round fue en 2021, cuando el gobierno de Mariano Arcioni tuvo que dar marcha atrás, una semana después, y derogar la Ley de zonificación minera. En X decía en sus twits: “Hemos decidido derogar la Ley e impulsar un plebiscito a nivel provincial para escuchar a todas las voces del pueblo”. Lo que no decía era que la “decisión” la había tomado el pueblo en las calles que ardían en consignas que durante más de dos décadas los vecinos venían encendiendo: “NO es NO”, “El agua vale más que el oro”.
Este viernes pasado, el gobierno de Ignacio Torres –Presidente del Tratado de la Patagonia– se presentó en la Legislatura chubutense para cobrar venganza y dejar un mensaje: es hora de volver a dibujar fronteras y de clavar carteles de propiedad privada sobre los bienes comunes naturales. El agua nunca fue un problema y, ante la posibilidad de la misma escasez y contaminación que el saqueo que su gestión avala, convocó a Mekorot, la empresa israelí denunciada por apartheid que gestiona el agua en Palestina.
Para adelantarse a las protestas y a la tradicional resistencia chubutense, el gobierno armó una causa para avanzar judicializando a ocho vecinos por haber participado en las movilizaciones del 2021. “Incendio de edificios públicos, hurto y daños agravados” se lee en los expedientes que desmienten la falta de evidencias y los testimonios aportados por policías infiltrados en las manifestaciones. Sin embargo, a poco de aprobarse el fracking y el Plan Nuclear orquestados por la gestión Milei, hay seis vecinos condenados por rebelarse y defender el agua de la provincia durante la gestión de Arcioni.
Fueron ocho los judicializados y perseguidos por la prensa y los medios locales adictos al lobby de la gobernación y las mineras, que se encargaron durante el proceso de estigmatizarlos y señalarlos como delincuentes. Lautaro Martínez tenía 21 años y era oriundo de uno de esos barrios donde el agua llega cada vez menos y fue uno de los cientos de pibes y pibas que protagonizaron el Chubutazo en forma pacífica. Fue absuelto y declarado inocente, un día después de que lo encontraran sin vida en su casa.
RIGI mediante, los capitales extranjeros, marchan con la venia de todo el arco político. Ya en marzo, en el IEFA Latam Forum, Demian Reidel, asesor de Javier Milei, declaraba: “Tenemos grandes extensiones de tierra con acceso a energía y agua, climas fríos, que es la cereza del pastel para el enfriamiento de los sistemas IA (…) Obviamente, el problema es que estas áreas están pobladas de argentinos.”
Y es que la Patagonia aporta a la economía nacional el 98% del gas, el 87% de petróleo, el 71 % de la energía eólica, el 27% de la energía de hidroeléctricas y concentra, en su mar adyacente, el grueso de las capturas pesqueras y en sus puertos la mayor parte de los desembarcos de ese recurso.
Cáncer, mutaciones, sequía, enfermedades, veneno, será lo que aporte PAE -Pan American Energy- habilitada por más del 90% de la aprobación de los “representantes” provinciales que, en la Legislatura de Chubut, levantaron la mano para saludar al fracking para la explotación de shale gas en Cerro Dragón. Sólo Santiago Vasconcelos, del Frente de Izquierda, se opuso a la ratificación del acuerdo y recordó a Lautaro Martínez.
“Generación de empleos”, “tecnología”, “oportunidades”, escriben los medios locales. “Zona de sacrificio”, “represión”, “muerte”, traducen los vecinos.
Las calles de Chubut laten y son de nuevo arterias de lucha. El mismo río pasado, dibuja este presente de trincheras en los brazos de esos ríos que serán anécdota futura en un desierto, si la sensatez y la vida no le ganan a la avaricia y la crueldad.
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