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Por Silvana Melo
(APe).- Los jujeños que enfrentaron la decisión de arancelar la salud pública por parte del gobierno vivieron ayer un inevitable vértigo de alegría: el gobernador Carlos Sadir vetó en su totalidad la ley 6453 que creaba el Seguro Provincial de Salud (SEPROSA). La determinación fue sorpresiva e inesperada: se suponía que el plazo de veto vencía el 9 de enero y que su puesta en marcha ya era inexorable. El veto cayó en los organismos que se conformaron para la resistencia como un triunfo y tuvo el sabor dulzón de lo imprevisto.
El Foro Provincial en Defensa de la Salud Pública fue protagonista de una movida abarcativa de numerosos sectores, que logró juntar más de mil firmas y colocarlas frente a las narices del gobernador, que comprobó un fastidio jujeño profundo ante el ataque a la salud pública. Uno de los derechos esenciales en una sociedad donde la pobreza y el trabajo precarizado y ocasional implican a la mayor parte de los hombres y las mujeres. En síntesis, de los votantes.
El argumento de Sadir para el veto fue, textualmente: “la medida fue adoptada en atención a la desinformación circulante, la confusión provocada y el aprovechamiento político que se hizo en relación al alcance de dicha norma”. No la decisión de la población de preferir la salud pública a un seguro de salud que la condena a sacar certificado de pobreza extrema para ser atendida con gratuidad.
En la decisión de Sadir se juegan demasiados intereses, internas y especulaciones. Por un lado, disputas partidarias con su antecesor Gerardo Morales; por otro, los intereses de la salud privada: varios dirigentes y legisladores son dueños de clínicas privadas o bien tienen negocios con prepagas. De hecho, Rubén Rivarola, justicialista, uno de los emblemas de la aprobación de la ley en Legislatura, es el dueño de una clínica. Gracias al consenso entre un retazo de los peronistas y otro de los radicales, la ley brotó sin debate en comisiones y colgada del arbolito de Navidad.
"Redoblamos nuestro compromiso en la defensa de la salud pública, gratuita, oportuna y de calidad como un derecho humano inalienable de la población y un deber indelegable de los Estados", aseguró el Foro, consciente de que nada termina ahora. Sino que es el comienzo de una lucha ardua. Hay quienes creen que Sadir sólo bajó las armas ante una resistencia fuerte a pocos meses de las elecciones legislativas. Sostienen que la intención de desguazar el sistema público de salud está latente y dormirá una siesta hasta volver a despertar con otra arremetida fuerte. La oposición al SEPROSA es una experiencia que demuestra que es posible una resistencia exitosa ante intereses que no son sólo políticos sino que detrás están los capitales concentrados.
La celebración popular es el necesario combustible para continuar una resistencia imprescindible. Una integrante del Foro citaba ayer a Alvaro García Linera, aquel ya legendario vicepresidente de la Bolivia de Evo Morales: "Luchar, ganar, perder. Volver a luchar, ganar, perder y así hasta el final".
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