Por Claudia Rafael (APe).- Una, dos, mil veces. Rostros que se multiplican. Oscuros, jóvenes, de cabellos revueltos. Demasiado jóvenes. Ya sin futuro. Supieron, sin poder gritar siquiera, que este mundo no estaba hecho a su medida. Franco Sosa y Franco Nieva, de apenas 16 años. Nelson Molas y Nelson Fernández, un año más grandes.