Por Carlos del Frade (*) (APe).- Hacía una semana que había terminado la Fiesta Nacional del Surubí y en los pocos bares abiertos de Reconquista, cabecera del departamento General Obligado, norte profundo santafesino, los carteles de la pesca compartían los escaparates con calabazas de plástico que invitaban al hallowen, la noche de brujas importada.