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Por Alfredo Grande
(APe).- “La historia se repite, primero como tragedia, después como farsa” es una frase del filósofo y teórico político alemán Karl Marx. Es una de sus citas más famosas. La frase aparece en su obra Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, escrita en 1851. Pensemos que Carlos Marx no tuvo el gusto de conocer a Facundo Manes, con lo cual se anticipó un poco menos de 200 años. En un sentido amplio tomemos por sinónimo de farsa simulacro, posverdad, falsedad, truchez.
El asesinato en el Senado de la nación del senador Enzo Bordabehre, intentando proteger al senador Lisandro de la Torre, fue una tragedia. Organizada por los dioses del poder, el partido conservador y el imperio inglés. El pacto Roca Runciman fue un espejo que anticipó la venta de la Nación que organizó el menemismo. Las joyas de la abuela, como le gustaba decir al periodista que varios años después delatara a su amigo Ginés Gonzalez García. Las carnes argentinas de exportación eran las joyas de la época. Otras “joyas” fueron igualmente malvendidas, expropiadas al revés, rifadas.
Ahora una especie de versión pokemon de esa tragedia es protagonizada por Facundo Manes. Vi una nota que le hicieron y por un momento pensé que se iba a comparar con Favaloro. No lo hizo, pero seguro estoy que lo pensó. Mencionó haber recibido un cachetacito y dos cortitos. La farsa. El simulacro. Pero como en la vida siempre podemos aprender, me ofrezco a tutoriar el pasaje de la farsa a la tragedia. O sea: tutoriar el desmantelamiento del simulacro para encontrar el verdadero rostro de los asesinatos cotidianos.
La primera recorrida sería obviamente a la marcha de los jubilados, donde la policía federal, la gendarmería, la policía naval, absolutamente pertrechados, combate a viejos, viejas, y ciudadanía que acompaña. Obviamente no es combate porque los manifestantes son totalmente vulnerables.
La segunda recorrida sería hacia los barrios más carenciados de la orgullosa Reina del Plata donde le invitaría a brindar con agua no apta para el consumo humano. Donde ni veredas hay, ni transporte público, ni escuelas, menos hospitales. Donde la carencia es lo único que sobra.
Quizá también sería necesario organizarle al diputado un tur en las diversas fábricas donde los narcos cocinan la pasta base, pero además cocinan las mentes de niños y adolescentes. Como Jesús no ayuda, los está ayudando Satán (esta cita es del tango PAN). Luego quieren resolver con la baja de la edad de imputabilidad de tal manera de legalizar la condición de niños/adolescentes asesinos por naturaleza. Asesinan porque pertenecen a las legiones de muertos vivos que la cultura represora fabrica aplicando teorías del derrame que derrama miseria, horror y muerte. Por supuesto todo el tur sería caminando o en trasporte público, para que pueda respirar las delicias de esperar un bondi una hora y que además no llegue.
Quizá no pueda mantener el diputado los zapatos lustrosos, porque el barro es pegajoso. No es solamente tierra, sino misteriosas sustancias desparramadas por empresas que usan los espacios públicos como retretes a cielo abierto.
Quizá reciba algo más que un cortito o un cachetazo porque claramente pertenece a otro mundo que para la inmensa mayoría ya no es posible. Se me ocurren muchos tures similares antes de que el diputado vuelva a su despacho confortable. Después de tanta posverdad, la verdad educa.
La farsa del diputado y el asesor, denuncias penales mediante, es apenas un reflejo de que la democracia de la hipocresía dio paso a la democracia del cinismo. Y de que imperioso es cambiar el remedio y encontrar otras curas para la enfermedad.
El miércoles proximo espero verlo al diputado entre los jubilados y jubiladas y las barras bravas de varios clubes. Es posible que reciba algo más que un cortito. El brazo largo de la represión no se limita a cachetacitos. Después de todo o, al menos después de algo, como neurocientífico sabe que los cambios de las conductas impactan en las matrices cerebrales. Y en una de esas, puede salir de tanto simulacro.
O al menos, pasar del cachetacito al gas pimienta.
Y la vida recupera su sentido. Trágico y verdadero.
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