Bullrich, el informe y la realidad

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Por Carlos del Frade

(APe).- La emergencia en seguridad, decretada el 22 de enero de 2016 por la administración del presidente Mauricio Macri, se verifica en la mayor presencia policial y fuerzas federales en los barrios empobrecidos de los principales núcleos urbanos del país.

-Hemos venido a Rosario para darle buena información a los ciudadanos, que a partir de hoy van a estar un poquito más tranquilos. Se han hechos dos operativos de enorme importancia – dijo la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, en la sede de la policía Federal, luego de anunciar el desmantelamiento de una banda liderada por Rosa Camino, la hermana del mítico “Pimpi”, otrora líder de la barra de Ñuls, en tiempos de Eduardo López. Las personas detenidas, una vez más, forman parte de las barriadas humildes de Tablada y Tiro Suizo, los empobrecidos de siempre. La ministra, de esta manera, de regreso de los Estados Unidos, después de haberse reunidos con los expertos de la DEA, puso en práctica lo aprendido en el imperio en el exacto lugar que vienen haciéndose los operativos en Colombia, México y Brasil desde hace veinte años: en las geografías estragadas por urgencias económicas, sociales, políticas y culturales. Por eso en la Argentina del presente se vuelve a hablar de narcomenudeo y presencia policial en “zonas calientes”.

En forma paralela, en estas mismas horas de ratificación del decreto 228, de la aplicación del Plan DEA, la Universidad Católica Argentina presentó el llamado “Barómetro del Narcotráfico y las adicciones en la Argentina. Fragilidad social por venta de drogas y problemas de adicciones en diferentes regiones urbanas del país (2010 – 2014)”.

Entre las observaciones del estudio, basado en una encuesta a casi 6 mil personas en distintos lugares de la Argentina, se destacan algunos detalles que cuestionan el modelo de seguridad implementado por la señora Bullrich.

“En el total urbano se observa un incremento de un 50% en el registro de venta de droga en el barrio. El nivel experimenta un incremento abrupto entre los años 2010 y 2011, para luego seguir una senda ascendente progresiva hasta 2014”.

“…En el bienio 2013-2014, los niveles más altos de registro de venta de drogas se observan en la Región Pampeana (49%), NEA (45%), NOA (44%) y AMBA (42%)”.

Y atención con esta observación: “… el incremento en el registro de venta de drogas en el barrio se incrementa haya o no presencia policial. Se observa que hasta en algunas regiones urbanas, el incremento es proporcionalmente mayor en las zonas que tienen presencia policial. En AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires) el registro de venta de drogas se incrementa un 43% en barrios con presencia policial y lo hace un 34% en barrios sin presencia policial, algo similar ocurre en la Región Pampeana (22% vs 16%)”.

Es decir que la mayor presencia policial no implica la disminución del negocio paraestatal del narcotráfico, sino su continuidad.

Otro dato más es que “si bien el 3,6% de los hogares urbanos de la Argentina padecen adicciones severas, al diferenciarlas según sustancias, el alcoholismo es la adicción con mayor presencia (2,7%) mientras que el consumo de drogas ilegales es una problemática que afecta al 1,9% de las familias”, apunta el Informe del Barómetro.

En forma paralela, la cuestión laboral condiciona el consumo de sustancias: “…en todas las Áreas Urbanas hay una elevada presencia de adicciones severas en hogares cuyo jefe se encuentra bajo una situación de subempleo o desocupación. En CABA las adicciones se viven en 1 de cada 10 hogares con jefes que están ocupados en changas o trabajos temporarios de baja remuneración o que se encuentran desempleados, en tanto que en este tipo de condiciones laborales en Conurbano Bonaerense se duplica. En Otras Áreas Metropolitanas y Resto Urbano Interior, las familias con jefes desempleados o subempleados aumentan cuatro veces la presencia de adicciones severas en comparación con aquellos hogares cuyos jefes ostentan un empleo pleno de derechos”, explica la investigación de forma contundente.

Agrega el documento que “el sentimiento de infelicidad se triplica en los integrantes de hogares con problemas de adicciones en comparación con los que no padecen dicha situación en casi todos los aglomerados, si bien en Otras Áreas Metropolitanas la infelicidad sólo alcanza al 13% de los encuestados de familias atravesadas por las toxicomanías”, apunta el Barómetro.

En los próximos días, casi con seguridad, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, repetirá la conferencia de prensa en otros puntos de la geografía nacional, volverá a marcar la necesidad de combatir al narcomenudeo e incrementar la presencia policial en los barrios empobrecidos desde hace décadas.

Sin embargo, de acuerdo a esta investigación, los problemas del pueblo que luego son los insumos básicos para el negocio paraestatal del narcotráfico seguirán siendo la falta de trabajo y la ausencia de un proyecto de vida, de una esperanza. Cosas que, claramente, no se reemplazan con armas y fuerzas de seguridad.

Edición: 3117

Fuente: Diario “La Nación”, sábado 5 de marzo de 2016 – Barómetro del narcotráfico y las adicciones en la Argentina. Fragilidad social por venta de drogas y problemas de adicciones en diferentes regiones urbanas del país (2010 – 2014). Informe número 2. Año 2016. Observatorio de la deuda social Argentina”.

 


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