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“Póngase sereno y apunte bien...”
Testimonio de Mario Terán
sobre el asesinato de Ernesto Guevara
(APe).- “Apuntaban a la cara, con la 9 mm., al compañero que estaba tirado en el piso”, relataban miembros del Movimiento Teresa Rodríguez luego de recibir una terrible represión en las puertas de la Secretaría de Desarrollo Social municipal, en Mar del Plata.
En la madrugada del quinto día de acampe en las dependencias de “Calidad de vida” (así le siguen diciendo a esa dependencia en las barriadas, aunque cambió de nombre hace varias gestiones) los miembros de las cooperativas que aguantaban la toma, vieron cómo se apostaba por un ingreso posterior al edificio una célula numerosísima de infantería de la Policía Bonaerense. Mientras tanto iba llegando la información de que en cualquier momento también haría lo mismo la caballería.
Desde el lunes, el MTR, Votamos Luchar y otras cooperativas de construcción y servicios habían decidido realizar una toma simbólica a las dependencias que están bajo la dirección de Patricia Leniz, como un modo de forzar una reunión largamente esperada. La decisión de los cooperativistas fue no impedir el ingreso a los empleados ni el desempeño normal de las oficinas donde funcionan entre otras cosas la Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia.
El martes, las discusiones por la falta de pago, pases a planta permanente, bolsones de alimentos y las promesas en diálogos informales ya no prosperaron. El muncipio había encauzado un pedido de desalojo a la Fiscalía n° 12 de usurpaciones, con la esperanza de contar con una orden oficial. Sin embargo, la fiscal Lorena Hirigoyen emitió un comunicado en el que declaraba no encontrar delito ya que no se presentaban “daños, turbación o amenazas” en la acción de las organizaciones. Pero quedaba aún un artilugio legal para contar con el auxilio de la fuerza de seguridad: el intendente Carlos Arroyo bajo el poder de superintendencia del edificio público hizo un pedido expreso de desalojar.
La bonaerense obedeció.
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“¿Qué hacen animales? ¡Esta gente tiene hambre, están pidiendo trabajo! ¡Hay nenes!”, las súplicas y los insultos se repetían mientras una empleada municipal grababa con su celular, y sonaban los primeros tiros de balas de goma en una manga angosta de ingreso, por la que pasaron las 30 y pico de personas que acampaban en el hall de entrada y toda la columna policial a paso redoblado.
Empezaban a caer las primeras latas de gas lagrimógeno. En eso, las amenazas de los infantes se daban a punta de escopeta y a la cabeza de los manifestantes. No distinguían varones de mujeres, ancianos y menos hacen caso a la presencia de niños. Comenzaron a llover palazos en la vereda, una madre fue herida por la espalda con su nene en brazos. Los que corrían también eran vecinos que iban a hacer trámites. En la estampida eligieron a un cooperativista, “se les cae al piso y entre palo y palo lo lastiman en un ojo, y mientras apuntan con 'la 9' le dan hasta quebrarle la pierna a la altura del tobillo”, relató un referente del MTR. Será uno de los que carguen en un auto gris particular unos policías de civil.
En el tumulto del repliegue apresaron a tres cooperativistas más y los trasladaron a la tristemente célebre comisaría 4ta, que supo ser centro clandestino en la última dictadura militar. El trabajador que estaba herido permaneció por varias horas dentro del patrullero y se negaban a prestarle asistencia médica. Alrededor de las 19 hs fueron liberados.
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Según cuentan militantes de las organizaciones, el relato del efectivo policial denunciado es una farsa que inventaron para argumentar resistencia a la autoridad. El policía es un ex Jefe de Caballería relevado en 2006 por retenerles a sus subordinados fondos correspondientes al llamado “plus por refrigerios”. Aún sigue en actividad.
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Los relatos de los policías bolivianos que apresaron al Che cuentan cómo el mismo Ernesto les indicó que lo que iban a hacer revestía enorme gravedad: apuntarle a un hombre.
Las fuerzas ligadas al aparato policial tienen en nuestro país una protagónica participación en los hitos más nefastos de nuestra historia, algunos bautizados con absoluta creatividad: La Semana Trágica, la Patagonia rebelde, la Noche de los bastones largos, el rol en la última dictadura cívico-militar, la represión del 19 de Diciembre, la masacre de Avellaneda, y podríamos seguir. Parece que el pulso nunca tembló, no tiembla hoy tampoco. Es que no hay pulso. No puede haber pulso en un cuerpo que no registra a otro cuerpo como otro. El que con esposas, chumbo y palo pretende despojar a otro de su libertad y vida, ya fue despojado antes del corazón que le da el pulso para temblar. Pero no tiembla el pulso, apuntan sin más.
“Apuntaban a la cabeza, a centímetros de distancia”, me cuentan el sábado por teléfono mientras seguían acampando, a la espera de una movilización mayor.
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Emmanuel Levinas, habiendo experimentado el campo de concentración nazi y luego de haber perdido toda su familia ahí, reflexiona sobre la potencia del rostro. Ese rostro-otro, encontrado cara-a-cara con otro rostro humano es interpelado éticamente a reafirmar la existencia del prójimo. “No matarás”, reclama el rostro del sufriente. Sin embargo, en el despojo actual del alma humana, bestializada por la bestialidad del capital que es protegido por este estado liberal-moderno se nos ha hecho imposible reconocer al otro como un viviente. No apunta sólo el milico, apuntan todos los despojados del sentido de otredad. Apuntan desde la totalidad del sillón, desde facebook, desde twitter, apuntan con la billetera, apuntan con el miedo. Los han convertido “en fieras sedientas de sangre que están dispuestas a degollar a asesinar a destruir hasta la última imágen de un revolucionario ... que luche por su libertad.” (Discurso de Ernesto Guevara en Argelia, 24/02/1965).
Fotos: Quedigital.com.ar y 0223.com.ar
Edición: 3483
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