Bepy X

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Por Angel Fichera

(APe).- Un perro juega con su niño. Un niño juega con su perro. El niño arroja un palo bien alto. El perro corre, lo atrapa en el aire y se lo trae. Niño y perro quedan suspendidos en el tiempo, esperando en tensión, simulando un mutuo desinterés por el juego. Hasta que el niño arroja el palo bien lejos. El perro corre, lo atrapa entre la hierba y se lo trae.

Esta vez el niño no espera, recoge rápidamente el palo y lo arroja con todas sus fuerzas. El perro sale disparado en loca carrera pero no encuentra el palo por más que hurga y olfatea. Entonces regresa con un zapato viejo atrapado entre sus dientes. El niño contempla al zapato con asco, y lo patea. El perro sigue la trayectoria con su vista, pero no se mueve. Así que el niño encuentra otro palo y lo arroja en vuelo rasante. El perro sale corriendo como siempre aunque esta vez vuelve el palo pero no el perro. Lo que vuelve es otra cosa. Un ser indefinible, abominable, que atrapa al niño. Lo toma con una de sus garras y lo arroja bien alto y lejos, como si fuese un palo. Por suerte, el perro regresa con un palo entre los dientes, lo sacude un poco y lo deposita en el césped. El niño reaparece. El monstruo se ha esfumado, pero ya no es lo mismo. Perro y niño se miran con terror. Corren ambos en la misma dirección hasta esconderse en la casa. El juego se interrumpe para siempre.

Edición: 2363


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