Bajo el cielo del femicidio

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 Por Mariano González – Fotos: Ana Laura Beroiz

(APe).- Bajo el cielo de la pirotecnia de las redes sociales, el poder oculta los cuerpos sin vida de miles de mujeres que se amontonan junto al polvo de la hipocresía con la que el capital busca arrebatar las luchas populares. Los poderes concentrados sacan a relucir sus camaleónicos mecanismos de supervivencia e intentan hacerse de los reclamos populares mercantilizándolos para despojarlos, así, de toda su potencia liberadora. Allí, donde lo orgánico es una moda rentable y elitista, el capital se recicla a sí mismo e invita cínicamente a hacerlo mientras con el codo destruye los bienes comunes y nos siembra muerte. Allí donde los indios engalanen museos pendiendo de los altares folclóricos, el poder seguirá el centenario genocidio silencioso. Allí donde una remera sea más que la idea que luce su estampa, estaremos un paso más lejos de la revolución y uno más cerca de la caricatura.

El tres de junio gritaremos basta y apretaremos el puño para que el “ni una menos” sea una realidad. Saldremos a encontrarnos en la multitud con el grito ahogado de las que no tuvieron voz. Las cifras, incapaces de leer los mapas y los calendarios, seguirán su loca deriva y, como cada treinta horas, otra mujer caerá ante los ojos atónitos que verán girar la ruleta esperando no ser salpicados. Luego, la prensa usará su lengua bífida para que juzguemos las ropas de las víctimas, sus comportamientos y así iluminarnos en la idea nunca caduca de que algo habrán hecho.

La justicia también hará lo suyo y con su batallón de tecnócratas seguirá alimentando al dolor. “Crimen pasional”, “violencia doméstica” dirán como si se tratase de casos aislados empujados por un arrebato de locura individual, como un hecho que nace, vive y muere en el reducido universo del hogar.

Más de la mitad de los femicidios registrados en el último año fueron llevados a cabo por novios, maridos o amantes de la víctima pero eso no avala la idea de excepción dentro del plano doméstico, sino que se inscribe en el seno de una sociedad que intenta disciplinar los cuerpos y las mentes de las mujeres asignándoles comportamientos, roles, formas de ser y de estar que, en caso de incumplirlas, podrán ser castigadas. El femicidio comienza en el seno de una sociedad patriarcal y en sus instituciones y dispositivos que imponen modelos y castigos a fin de mantener un status quo. Las que no se ajusten a la única meta posible para una mujer, que es ser poseída por una pareja – heterosexual, claro – podrán tener su condena.

El 10% de las víctimas que fueron asesinadas por el mero hecho de ser mujeres durante el año pasado, eran menores de edad. Son más de dos millones de niñas en el mundo las que pierden la niñez y la libertad arrojadas al negocio de la prostitución. Cada femicidio es un golpe a todas las mujeres que ven caer rítmicamente a la guillotina día a día.

Mientras, arriba la hipocresía es reina y señora. El Secretario de Seguridad Sergio Berni luce el cartel que proclama el “ni una menos”, también lo hacen las fuerzas represivas de la Ciudad de Buenos Aires encabezada por su subjefe, Ricardo Pedace. Ambas fuerzas policiales se abrazaron en la represión del Parque Indoamericano y vomitaron sus balas de plomo sobre Rosemary Chura Puña, quien no pudo siquiera soñar con retratarse en un cartel. El flamante subjefe no dudó tampoco en ingresar con las topadoras en el barrio Papa Francisco derribando la casas del lugar ¿Dirán los dueños de los relojes ni una más trabajando en condiciones de precariedad sin poder acceder a derechos básicos? Mauricio Macri se adhirió también a la marcha, mientras muchas niñas se lloran los callos de las manos y ahogan el llanto en la noche húmeda de los talleres clandestinos. ¿Dirán desde el púlpito de la moral que ni una menos por embarazos no deseados que arrebatan centenares de vidas por abortar en condiciones clandestinas mientras se oponen religiosamente a la educación sexual y a la entrega de anticonceptivos en todas las instituciones educativas?

Marcelo Tinelli también se sumó a la viralización del cartel mientras recibe premios por sus aportes a una cultura misógina y machista que objetiva a la mujer y la reduce al lugar de una mercancía, siempre dispuesta a ser poseída por el hombre. Donde el cuerpo de la mujer se vuelve un territorio presto a ser colonizado por el hombre desde donde reafirma su masculinidad desdibujada en la explotación. ¿Dirán entonces “no” a un sistema opresor cimentado sobre el patriarcado o seguiremos consumiendo lo que el capital recicla para que metabolicemos livianamente? ¿Dirán basta a las de 600 mujeres víctimas de las redes de trata garantizadas por el Estado y sus instituciones?

Para todas aquellas para las que el grito se hundió en el pecho antes de alumbrarse, para las que el abuso rompió la quietud de la niñez dejándola en harapos para siempre. Para las que deben ocultar un vientre juvenil bajo tierra. Para todas las que rompieron los espejos desobedientes. Para las que se les niega la construcción de su propia identidad. Para las que soñaron por última vez con la libertad tras el ventanal que empañaba un cuerpo sudando angustia antes de presentir los olores del basural.

Para todas aquellas que no conocen calendarios para la lucha ni esperan vientos propicios y bracean sin cansancio. Para las que nos siembran huellas y caminos en la lucha cotidiana. Para las que a su modo fueron Lilith, desafiando con el cuerpo y la mente las cadenas de Dios y del hombre; condenadas al destierro y la demonización, el 3 de junio será una fecha para consolidar un gran movimiento de mujeres y pelearle como demonios recuperando el paraíso negado sin ceder un ápice ante la hipocresía de arriba.

 

Edición: 2928


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