Ausencias

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Por Claudia Rafael

(APe).- Niñas que se quedan sin madre. Niñas asesinadas por sus padres o padrastros. Niñas víctimas de las parejas o ex parejas de sus madres como prenda para la venganza. Niñas colonizadas tempranamente por quienes prometieron amarlas. Expoliadas sin freno. Sin límite. La muerte violenta intrusa sus vidas a zarpazos. Las arranca a cuchilladas de la médula de la Historia. Que queda huérfana de ellas.

Cada 8, 9 ó 10 días una niña o una adolescente desaparecen del mapa vital en manos de un hombre que debía cuidarla. Durante todo 2020 fueron 41 las chicas con menos de 18 víctimas de femicidio. Algo más de la mitad no superó los 12 años.

Ya no están ni son. Enormes manchas oscuras pueblan la tierra de ausencias definitivas.

En los 67 días de 2021 fueron 62 los femicidios contabilizados artesanalmente por organizaciones feministas a partir de las publicaciones periodísticas. Se reproduce como una cantinela que sobrevive a los tiempos la práctica letal que evidencia la crueldad como deporte del sistema. Que, en una cacería perversa, pone en la mira a las víctimas que se corren de ese lugar al alzar su propio grito y ponerse en pie. Que se desquita en niñas que no alcanzan a pronunciar su propia rebeldía porque son rehenes de la adultez cruenta.

El reto es correr la mirada de la estricta relación íntima entre hombre violento-mujer víctima para depositarlo, con el caleidoscopio ampliado, en el complejo abanico de opresiones, explotaciones, discriminaciones, poder sobre la vida y persecuciones que abundan y se derraman del modelo expoliador que ha paternado la apropiación del mundo.

Edición: 4276


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