Antología de naufragios

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(APE).- La filosofía de las Luces inspiró la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. El hombre -dice Ternon- se convirtió en el lugar único del juego de las certidumbres. Redefinido como la medida de todas las cosas, fue investido de un poder reservado en otro tiempo a los dioses. Sin embargo la Razón -que venía a instaurar otras esperanzas- restituyó la irracionalidad del antiguo régimen.

La “utopía de la razón” sustituye las antiguas formas por otras: reduce la barbarie para instaurar el progreso que reintroduce la barbarie. Victimiza con la pobreza a la mayoría de la población, transforma determinados ilegalismos en delincuencia, encierra a criminales sin crimen.

Cuando las crónicas intentan describir el colapso de los métodos de organización social, en el marco de un sistema patrocinado por el odio, que se empeña en enfatizar la “inutilidad” social de los excluidos, sometiéndolos a drásticos procesos de encierro, sólo se pueden escribir dolores y detallar lugares donde pierden todo su sentido no sólo categorías como dignidad y respeto, sino la propia idea de un límite ético. Ninguna ética puede albergar la pretensión de dejar fuera de su ámbito una parte de lo humano, dice Agamben.

Alguien tenía que enumerar los gritos de esos pájaros volando hacia la muerte salvaje del destierro. En un documento elaborado sobre la base de lo informado por la propia policía y enviado hace unos días al Juzgado de Instrucción Nº 11, a cargo del Dr. Carlos Triglia, el Centro de Asistencia a la Víctima de la Defensoría del Pueblo de Santa Fe “le puso números a un deterioro que los mismos internos y organizaciones carcelarias vienen denunciando desde hace años”. Las estadísticas sobre las condiciones de detención en las comisarías 1° a la 25°, la seccional 29° y las subcomisarías 2°, 19°, 20°, 21° y 22° indican que “el 80% de los penales no son aptos para alojar personas y el 91% de los presos vive sin ventilación ni luz solar”.

Dicen que en los calabozos “la luz del sol es un lujo. La humedad y sus enfermedades brotan en casi todas las paredes sin revestir”. El hacinamiento contradice las órdenes judiciales y se multiplica por cinco la cantidad de reclusos que admite cada celda. En la Comisaría 8° en una celda para uno el ingenio “humano” metió 16 personas. En la 1° con lugar para 10 infractores, habitan ese espacio 50 prójimos, los que duermen sus infiernos nocturnos en un solo cuadrilátero, donde la luz husmea, tangencial, para despertarse luego sin entender que, detrás de las rejas, pueda haber alguien que viva y ame, todavía.

Sólo el 3% de los penales son habitables. El resto carece de lo elemental para la supervivencia. Sin luz natural en el 91% de los casos, sin luz artificial suficiente, sin agua caliente en la mayor parte de los edificios y agua fría para pocos. De ese testamento general de cosas que sangran entre la vida y la muerte, el desamparo del Estado reserva a los recluidos en los penales policiales, miles de tristezas sin espacio para estirar las piernas, una reminiscencia de soles que se van recordando de mirada en mirada, enfermedades que brotan en la humedad de esas virtuales fosas y un idioma incapaz de decir lo infrahumano. Son mazmorras superpobladas de pies sin patria, un territorio donde los hombres confundidos, se caen, se precipitan, en pugna.

El jueves de la semana pasada, la Coordinadora de Trabajo Carcelario (CTC) presentó un “abarcativo recurso de hábeas corpus” denunciando la situación de los presos y solicitando al juez que intime al Estado “a desalojar esos lugares y trasladar a los internos a sitios en mejores condiciones”, por lo que el Dr. Triglia pidió informes a la policía de Rosario, la Corte Suprema y la Defensoría del Pueblo. Mientras tanto, en medio de esta incesante antología de naufragios, sólo cabe esperar que todas las víctimas de este modelo productivo, prescindente y brutal, golpeen un día las puertas de la historia, no para pedir limosna, no para rogar o desangrarse, sino para dar gracias por renacer en el dolor.

Fuente de datos: Diario La Capital - Rosario 01-10-04

 


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