Alexis y el negocio impune del fútbol

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Por Carlos del Frade

(APe).- En la siempre prolífica mitología futbolera, el puesto de arquero se lleva una gran parte de juicios y prejuicios. La palabra más repetida es un adjetivo, para ser arquero tenés que estar loco. Alexis Ferlini tenía solamente diecinueve años y atajaba en las inferiores de Colón, esa fenomenal identidad afectiva que movilizó cuarenta mil personas desde Santa Fe, ciudad capital del segundo estado argentino, hasta Paraguay para la final de la última Copa Sudamericana.

Le decían “el Pulpo” a Alexis, sobrenombre que rápidamente puede asociarse a su capacidad de atajador que parecía tener varios brazos y muchas manos.

Pero el pibe, como la inmensa mayoría de los que quieren hacer realidad de jugar en primera, no llegó, lo dejaron libre.

Los datos de la AFA son contundentes: solamente el cuatro por ciento de la pibada concreta su anhelo de debutar.

El 96 por ciento queda exiliado.

El mejor ejemplo de lo que supone la cancha chica del fútbol como síntesis de la cancha grande del capitalismo.

Los sueños parecen la propiedad privada de muy pocos, muy pero muy poquitos, cuatro de cada cien.

El chico por esa y otras razones se quitó la vida.

-En Colón me lo dejaron libre y luego lo querían en Arsenal y Platense. Lo querían ya, pero ya no había tiempo de ficharlo…los actuales dirigentes de Colón no saben el daño que le causan a los chicos…Ya está. No me lo van a devolver a mi hijo al que amo y amaré toda la vida…Perdón gente pero estoy destrozado. Cuiden a los chicos… – dijo Ariel Ferlini, el papá de Alexis.

Alexis, quizás, no pudo atajar el pelotazo en contra que significó la decisión de alguien que está más cerca del fenomenal negocio que del esfuerzo de los pibes por concretar su meta de llegar a primera división.

Alexis no se quitó la vida por aquel lugar común de la mitología futbolera que para ser arquero tenés que estar loco.

Alexis fue condenado por la fenomenal hipocresía y locura de un negocio multinacional, multimillonario que tiene coartadas institucionales y legales.

Días después, un informe de las ventas de los principales clubes de fútbol de la Argentina, daba cuenta que River, en la última década, vendió 23 jugadores surgidos de sus inferiores por casi 150 millones de dólares. Boca vendió 30 pibes por 95 millones de dólares. Racing exportó 19 chicos por 27 millones de dólares. Independiente, nueve ventas por 18.885.000 dólares.

El subtítulo de la nota en cuestión era “sangre joven, dinero fresco”.

El comercio internacional de jugadores de fútbol parece ser un edulcorado tráfico de personas del siglo veintiuno.

Lo cierto es que las ilusiones de chicos como Alexis, la sensibilidad de miles de casos que no se conocen pero que dan cuerpo y alma a ese 96 por ciento que se queda afuera de la cancha chica de este fenomenal negocio, son ignoradas por la maquinaria que únicamente busca multiplicar el “dinero fresco” a partir de la explotación de la “sangre joven”.

-Nadie pregunta por el origen del dinero – supo decir aquel gran filósofo contemporáneo que fue Julio Grondona, el casi eterno presidente de la AFA.

Como sucede en otros rubros de lavado de dinero, la “sangre joven” siempre es usada por unos pocos, esos que raramente conocen las historias, las vivencias, los esfuerzos, los sufrimientos de pibes como Alexis, “el Pulpo”, el arquero de las inferiores de Colón que no pudo evitar que la pelota del desprecio y la impunidad de los negocios se anidara en el fondo de la malla de su existencia.

Edición: 3994

 


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