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Por Sandra Russo
(APE).- En el invierno, el frío se combate con garrafas o directamente con leña. En los barrios castigados el fueguito intenta no sólo calentar los cuerpos, sino además alejar de ellos las enfermedades que sin embargo terminan mandando a los chicos al hospital con bronqueolitis, neumonías, otitis y otros males característicos del frío, pero no exactamente del frío: más bien de los lugares en los que la gente no puede darse calor.
En el verano, no obstante y contra lo que podría suponerse, hay fantasmas tanto o más peligrosos para esa misma gente. El más maléfico se llama diarrea estival. Y viene con el agua, con la contaminación del agua. Porque los mismos que en invierno no pueden acceder al calor son los que en verano siguen sin tener cloacas ni agua potable. No hay tregua. Sus cuerpos están, en invierno y verano, expuestos a las pestes evitables con servicios básicos que sin embargo quedan muy lejos de ellos.
En la Región Sanitaria XI, que alcanza a los alrededores de La Plata, en lo que va de 2005 se registraron 165 casos de diarrea estival. “La diarrea aguda que predomina en el verano es una epidemia social que tiene una tasa de mortalidad en niños del 0,5 por mil en nuestro país”, dijo el médico a cargo del distrito, José María Mainetti. En 1992, cuando arreció el cólera y las medidas de prevención inundaron los medios de comunicación y hubo políticas sanitarias específicas, la diarrea estival bajó notablemente. Pero el cólera pasó y la diarrea infantil quedó aquí, testimoniando que la desidia es acaso el peor de todos los fantasmas.
El pediatra Carlos Bertolotti, en declaraciones al diario El Día, afirmó que “los que están en mayor riesgo son los hijos de la exclusión social. Es típico: tienen mayores posibilidades de contraer diarreas en verano y enfermedades respiratorias en invierno. Lo que son cuadros livianos y se curan en un par de días para los hijos de la clase media o alta, en ellos puede ser muy grave. Es simple, tienen menos resto para defenderse. Están mal alimentados, son chicos parasitados y la pérdida de peso más la deshidratación puede ser fatal. Sus familias no tienen posibilidad de seguir pautas de tratamiento y dieta. Ellos serán las víctimas principales”.
Concentrado, clarísimo y revulsivo el paisaje que pinta el doctor Bertolotti. Es el paisaje que conocemos tan bien. El de la inequidad llevada al derecho a la salud. El del reparto desparejo de derechos tan elementales. La pobreza hace que tanto el frío como el calor traigan desgracias que se podrían evitar, obviamente, en una sociedad un poco menos salvaje, pero también con políticas claras y eficaces dirigidas especialmente a la población infantil. Para configurar un nuevo modelo de país habrá que tener paciencia, pero hay temas ante los que es inmoral la paciencia. Este verano, mientras el repunte económico puebla las playas de turistas que celebran el regreso al consumo, ¿cuántos chicos con sed tomarán el agua negra que les robará la vida?
Fuente de datos: Diario El Día - La Plata 21-01-05
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