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Con el aplauso y el silencio cómplices de quienes pretenden hacernos creer que nos representan, se sigue reivindicando el tiempo para seguir con la masacre. Para cumplir con la miseria planificada. Para seguir dejando afuera a los que todavía se sostenían en este sistema de por sí excluyente.
Por Martina Kaniuka
(APe).- Cultura, Educación, Trabajo, Desarrollo, Economía, Salud, Ciencia y Tecnología: “afuera”. Miles de trabajadores: “afuera”. Sin distinción de antigüedad, familia a cargo, condición de salud, situación contractual: “afuera”.
Como única retribución y respuesta por el tiempo de vida dedicado al trabajo en las instituciones de lo que conocíamos como “Estado”, el gobierno de Javier Milei les devolvió palos y golpes, militarizando para impedir el ingreso a los edificios con todas las fuerzas de seguridad.
“No hay plata” prometió el presidente en campaña, y salió a mendigar un “pool” de préstamos al FMI por U$S15.000 millones para abrir el cepo cambiario y habilitar la compra irrestricta de dólares. Con más del 60% de la población bajo la línea de pobreza, la suba en los precios de alimentos, servicios, cobertura de salud, colegios y bienes de la canasta básica: adivinen quiénes serán los ganadores.
Pero dicen, los Illuminatti de la clase trabajadora, con el culo aplastado en las poltrona de Azopardo, que fue “el gobierno el que hizo fracasar la reunión del salario mínimo vital y móvil, pero que no va a condicional al movimiento obrero organizado”, que “el debate es de cara al pueblo” y que “la provocación y la violencia discursiva no son el camino”. Y no lo dicen solos. Los acompaña todo el arco de la dirigencia opositora que pregona a los gritos y con la panza llena que los juegos del hambre sólo llevan 100 días y que al gobierno hay que darle tiempo.
Tiempo para seguir con la masacre. Tiempo para cumplir con la miseria planificada. Tiempo para seguir dejando afuera a los que todavía se sostenían en este sistema de por sí excluyente.
Tiempo para hacer de este país uno sin proyección, donde “futuro” sea para la mayoría una palabra bizarra, fácil de encontrar en una serie protagonizada por cosplayers, pero alejada de la realidad de los trabajadores y trabajadoras que, sin un plato de comida para poner en su mesa, tengan que vender su trabajo barato y en las condiciones que sean.
Brazos baratos en el país que, con el cambio de la matriz productiva y el regalo del litio, el petróleo, el agua y el territorio, trabajen para las potencias extranjeras que sean bienvenidas al robo y el saqueo de nuestro territorio, con el aplauso y el silencio cómplices de quienes pretenden hacernos creer que nos representan. Quizás sería hora de empezar a gritarles ese mismo “afuera” a quienes, sin distinción de colores partidarios, con los bolsillos cómodos, son incapaces de conmoverse con la injusticia que cada día nos arrima un poco más al vacío.
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