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(APE).- Según el informe “Socio Cultural” elaborado en el marco del plan estratégico Mendoza 2012 por investigadores de la Universidad de Cuyo, más de la mitad de los jóvenes mendocinos de 15 a 24 años, no tiene acceso a la educación en ninguno de sus niveles y hay cerca de un 18% de analfabetos funcionales. La edad cronológica es -a la luz de las carencias- un dato inútil. Sin más camino ni horizonte que la pobreza, son pibes que llevan más de mil años de pedir pan y sueño.
Dicen que los niveles de escolarización y acceso a la educación son tan deficitarios, que el futuro inmediato de Mendoza -que bien puede tomarse como prototipo de análisis para el resto del país- se vislumbra como borrones sin historia o historias sin nombres. “El panorama aparece como crítico para los próximos 10 años, puesto que se trata del grupo que comprende la potencialidad productiva de la Provincia”. Tal es la fatalidad que la miseria promete.
Cuenta la crónica que sobre un total de 283.387 jóvenes de 15 a 24 años, el 52% (148.035) no asiste a ninguno de los ciclos de enseñanza del sistema educativo. De la misma manera, sólo el 4 por ciento llega a la Universidad. Por su parte, la investigadora María Teresa Lucero, afirma que con las reformas educativas se agudizaron las desigualdades y se fomentó la expulsión de las aulas.
La falta de acceso a la educación, es sólo un elemento más de la desigualdad social imperante, generosa sembradora de hambres. La inequidad social va yuxtaponiendo abismos sobre abismos. ¿Cómo hacemos en las escuelas para que piensen que la vida tiene sentido, cuando se multiplican las oportunidades para eliminar sus ilusiones en el mismo instante que las construyen?
El informe señala que más de 356.000 niños y jóvenes de hasta 24 años crecen en localidades sumidas en la pobreza. Los más afectados -por el mal de la miseria- son los adolescentes que provienen de los departamentos más carenciados: “En Malargüe, Tupungato y Lavalle hay 45.000 jóvenes que crecen en condiciones severamente deficitarias”, dice Rosa Fader, Secretaria de Extensión de la Universidad y Coordinadora del Consejo Asesor Permanente, quien asegura que la investigación es sólo un punto de partida para revertir la situación. Pero es imposible encontrar la forma del comienzo, tercamente escondida detrás de los finales.
Los niños y los jóvenes de Mendoza, con el pan muy lejos de casa, intuyen que la sílaba misteriosa que les devuelva sus derechos, no se aprende en la escuela que como esas cosas que nunca se alcanzan los ha dejado al borde de la orfandad.
Vicente Aleixandre decía que escribir es poner en el papel un nombre como quien pone un hombre, de pie. Los adolescentes suelen imaginar manzanas prohibidas en el paraíso. Van a morder la fruta de las palabras. Les pertenecen.
Fuente de datos: Diario Los Andes 23-09-04
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