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Por Alfredo Grande
(APe).- En uno de sus trabajos, Freud decía que para los primitivos todos los estados de debilidad eran tabú. O sea: estaba prohibido cualquier tipo de abuso, de ensañamiento. Y mencionaba los pueblos primitivos. Yo tomaré eso para señalar que lo más primitivo que tenemos es el cuidado de cualquier estado de vulnerabilidad. Hablar de lo más primitivo es hablar de lo fundante, lo esencial, la esencia.
En el devenir de la cultura, que ha devenido en cultura represora, se ha invertido la situación. El tabú es para los abusadores, para los victimarios. Nadie puede enfrentarlos, porque para eso hay que cultivar algo que está prohibido en la cultura represora y en la cultura que supuestamente debería enfrentarla: lo que yo denomino odio de clase. La abolición del odio de clase y la abolición del tabú para las víctimas, son la biblia de los genocidios.
La tragedia es que aquello que denominamos “pueblo” puede pasar de víctima a victimario. Es posible que ya haya pasado. Por algo siempre se dijo que la necesidad tiene cara de hereje. Alguna vez escribí que la herejía es que haya necesidades insatisfechas. Hoy esa herejía está consagrada y se sigue creyendo que alguien puede salvarse solo.
Si bien es más evidente en “los peronismos”, también es notorio en “las izquierdas”. Insistir con lo electoral, es funcional a los victimarios. Siempre recuerdo la afirmación de Lenin: “todos los medios, incluso los legales”. Sospecho que nos hemos olvidado de “todos los medios” y nos quedamos con “los legales”. Hoy la legalidad está despojada de legitimidad. Algunos llaman a esto “ausentismo electoral”. Que es el partido triunfante. Pero que tampoco intentan ampliar “todos los medios”. Más o menos conscientemente, piensan que alguien puede salvarse solo. Y “solo” en el sentido de soledad de clase.
¿Son los chicos una clase? Pienso que sí. Quizá una clase incluida en la clase de las víctimas, que no son solamente chicos. Son también los “muy grandes”, o sea, los denominados jubilados. Es importante señalar que el pueblo ya no puede sostener el tabú para las víctimas. Entre otras razones, porque el pueblo ha sido vencido, más allá de que esté más o menos unido. Para las derechas, el tabú es para los victimarios. Y lo hacen desde el militarismo hasta el democratismo. Para las izquierdas, el tabú es para las víctimas.
Es imposible la justicia social, cuando lo social (es decir lo político) es injusto. Y el marco del capitalismo (más allá del rostro humano que pueda mostrar) es absolutamente injusto. Hablar de la propiedad privada (¿privada de qué?) es necesario. Hay una privada individual y hay una privada de clase. Y entonces afirmo: los chicos son una clase. Y el grito de LOS CHICOS DEL PUEBLO es un grito clasista.
La derecha sabe que los chicos crecen. Las izquierdas deben garantizarlo.
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