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Por Silvana Melo
(APe).- En el país donde las glorias se caen como se derriten los cuerpos de las velas, de a poquito, hasta quedarse sin luz, el poder del mundo decide ejercer el colonialismo descarado y barato. Sin eufemismos. Sin rímel ni postizos. Elige, el imperio, el apellido adecuado y envía a Peter Lamelas para que le explique al pueblo argentino y a sus funestos representantes qué deben hacer y cómo.
El delegado colonial, quien aún no pisó un país con 4.700.000 chicos mal alimentados y 2.100.000 con hambre, anunció que iba a actuar sobre la justicia argentina para asegurarse de que Cristina no iba a zafar de su castigo carcelario y que, si era posible, trataría de que fuera a cárcel común. Si al final, debe haber matado a Nisman y encubierto el atentado a la AMIA, sugirió ante el Senado de su país. Mientras bostezaban los senadores que no tenían idea de qué país sudacano o africano o asiático estaría hablando.
Lamelas, que no le importa llegar a un país que desconoce, un país en desahucio, en demolición de sus glorias pasadas, en caída de su educación y de su salud públicas, de su ciencia, de su cultura, aprovechará a colonizar las ruinas. Recorrerá las provincias –dijo- para que los gobernadores sepan con quién tienen que negociar. Que no es con China, por supuesto. Tal vez se encuentre con la pobreza y el olvido de los pueblos originarios, desamparados por todos y condenados por ideología y convicción ahora.
Será un gobernante populista el embajador Lamelas. Que llega, como se ve, con un imperativo vinculado. Porque en tiempos de Milei, todo se literaliza, se vulgariza, se vuelve obsceno. Como sus actos políticos.
Como la derecha fest, donde Lamelas hubiera sido un perfecto alfil sesgado. Cruzando el país donde la tuberculosis aumentó un 65% en los últimos 5 años. Y se disparó en lo que va de éste.
La tuberculosis, una enfermedad que había desaparecido y que volvió, estrella del aumento de la marginalidad y la vulnerabilidad poblacional. La falta de acceso a los servicios desde el comienzo de la vida, la desnutrición y la pobreza, el hacinamiento, son cunas de oro para la enfermedad que ataca a los pulmones. Y que aparece, fundamentalmente, en los adolescentes. Que generalmente consultan en forma tardía. Víctimas de un sistema atroz que los acribilla con sus múltiples armas.
A una tierra, viene Lamelas, preparada para el cultivo del coloniaje. Delegado del imperio, mentor para el aprendiz del fin del mundo.
A un pobre país averiado, viene Lamelas. Pero que conserva, todavía, la chispa de lo que fue. Y acaso haya quienes se atrevan y lo enciendan, rechazando el imperativo del coloniaje. Quién sabe.
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