La independencia congelada

La independencia congelada es una tragedia, plantea Alfredo Grande. Y profundiza aún más: es la independencia asesinada. Si bien habría que diferenciar entre independencia, interdependencia, autonomía, autosuficiencia, será para otra oportunidad. Hoy me preocupa y mucho tomar una independencia congelada por una independencia real. Tomar la palabra por la cosa.
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Por Alfredo Grande

(APe).- Hace poco fue 9 de Julio.  O sea, aniversario de nuestra independencia. O sea: aniversario de nuestra dependencia. Vivimos en tiempos orwelianos. El “doble pensar” que George Orwell describió, ahora se llama post verdad. La post verdad es una falsedad, porque no es mentira, pero tampoco es verdad. En una hábil confusión entre texto y contexto, cualquier cosa puede simbolizar cualquier cosa. Junto al calefón, la biblia ya no llora como el genial Enrique Santos Discépolo enseñara. La Biblia ha sido expropiada por infinidad de pastores, sectas, donde la palabra de dios está degradada y sirve tanto para un roto, como para un descosido. Entonces la Biblia no llora. Rie, quizá por no llorar, pero rie. Se burla de tantos falsos profetas.  Como aquellos que invocan fuerzas del cielo para mancillar la tierra.

La independencia invocada y honrada es otra biblia mancillada. Porque en el texto ampliado dice expresamente: el mismo Congreso renunció también a toda otra dominación extranjera. Podríamos decir: esta parte de la independencia te la debo. Para mí al menos, aunque no creo que solamente para mí, el FMI (Fondo Monetario Internacional) es una dominación extranjera. Y parece que no solamente no renunciamos a ella.

Lo más cerca fue: Hace 19 años, Néstor Kirchner anunciaba el pago total de la deuda que la Argentina mantenía con el Fondo Monetario Internacional por 9.800 millones de dólares. Se trataba de un verdadero cambio de época: el FMI se iba de la Argentina después de 28 años, luego de haber ingresado al país de la mano del programa económico de Martínez de Hoz durante la última dictadura cívico-militar. Pero hasta donde entiendo la membresía se mantuvo y por eso habilitó los préstamos solicitados por Caputo de la Hoz. Como la ley de Entidades Financieras nunca fue modificada, apenas maquillada, la fuga de capitales y otras pestes, sigue vigente.

No hay plata, dicen los nuevos templarios. La pregunta sería: ¿Por qué no hay plata? Además: ¿no hay plata para nadie? Para los originarios, para los jubilados y jubiladas, para niños y niñas, es claro que no hay plata. Generalmente cuando las clases altas roban (aunque sea para la corona de turno) las clases bajas no tienen plata. Entonces decir como si fuera cierto “no hay plata” es una absoluta falsedad. Un ejercicio cínico de la post verdad. Lo terrible no es eso. Lo terrible es que muchos y muchas lo saben y no les importa. Es más: buscan los famosos “nichos del mercado”. Los dorados “unicornios”. Lamentablemente hay nichos que no son del mercado, sino más bien son “nichos del estado”. Y los unicornios nada tienen que ver con el unicornio azul que buscaba Silvio Rodriguez.

La independencia congelada es una tragedia. O sea: es la independencia asesinada. Si bien habría que diferenciar entre independencia, interdependencia, autonomía, autosuficiencia, será para otra oportunidad.

Hoy me preocupa y mucho tomar una independencia congelada por una independencia real. Tomar la palabra por la cosa. Y lo peor: como la palabra “independencia” está consagrada con feriado y todo, de la cosa “independencia” nos olvidamos y la damos por saldada.

La única verdad no es la realidad. La única verdad es la transformación revolucionaria de la realidad.  Así y solamente así habrá una independencia descongelada.


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