A más estafas, implacabilidad y belleza

Cada rincón de nuestro hermoso, extenso y biodiverso país viene siendo sacrificado. Decisiones políticas de entrega, las que sí tuvieron continuidad más allá de los cambios de gobiernos. Ninguna grieta. Nos vienen estafando -todos los gobiernos- desde hace décadas. Detenerlos sin belleza será imposible. Y sin la implacabilidad que urge, también.
|

Por Mauricio Cornaglia

(APe).- Ya está, hace rato que ya está.

Paciencia, tuvimos demasiada. Flexibilidad, un montón.

Fuimos corriendo los límites. Fuimos aceptando el corrimiento de los límites (nunca hacia la izquierda) que propuso, practicó y practica buena parte de la dirigencia política de las grandes estructuras partidarias que gobernaron y también aquellas/os quienes sostuvieron la “gobernanza”.

La muerte dejó de acechar nuestro país. La “parca”, definitivamente se instaló en nuestras vidas. Vidas cada vez menos vivas, vidas casi muertas. Muertes bien vivas.

¿Tolerar, hasta cuándo?

¿Por qué no podemos ser más rigurosos/as, más implacables?. No es difícil, y es justo y necesario. Es nuestro deber y…¿salvación? Veremos.

Deberíamos dejar de ceder (y de joder). Deberíamos dejar de observar pasivamente la entrega.

¿No estamos viendo -acaso- que está quedando poco en pie? Y entonces, ¿qué esperamos?

Cada rincón de nuestro hermoso, extenso y biodiverso país viene siendo sacrificado. Decisiones políticas de entrega (políticas de estado), las que sí tuvieron continuidad más allá de los cambios de gobiernos. Ninguna grieta.

Nos vienen estafando -todos los gobiernos- desde hace décadas. Llevamos un larguísimo derrotero en esta materia.

¿No fuimos y somos estafados/as cuando en nombre de la defensa de la soberanía, se decide regalar territorio para los extractivismos (megaminería, hidrocarburos, agronegocios, fracking, litio, forestales, inmobiliario, pesquero, etc.)?

¿No es estafa, hablar de producción de alimentos, y apostar, sostener, fomentar y profundizar el modelo de envenenamiento, basado en transgénicos, “agrotóxicos”, fertilizantes sintéticos? ¿El mismo modelo que nos obliga a consumir “comida envenenada” y “ultraprocesados”? ¿El que concentra riquezas, privatiza, expulsa comunidades, deforesta, contamina aire, suelos y aguas?

¿No es estafa repetir palabras como: derechos, protección, cuidados, etc., al tiempo que se propagandiza el modelo que arrasa con ecosistemas, enferma y mata?

¿Cuando se vetan leyes fundamentales, se sancionan nuevas o se modifican otras para favorecer la devastación y vulnerar los derechos de la naturaleza, no se nos está estafando?

¿No es estafa, levantar las banderas de la defensa de los derechos humanos, cuando se los viola sistemáticamente?

¿No nos estafan cuando ganan elecciones diciendo NO a la megaminería (por ej.) y a las horas de haber asumido la están promoviendo?

¿No nos sentimos estafados/as cuando “ficcionan” una audiencia pública y gran parte de las personas se expresa (con claros y contundentes argumentos) en contra de la exploración off-shore en el Mar Argentino, y aún así se habilita para el saqueo y la contaminación?

¿Y cuando en nombre del desarrollo y del crecimiento se deja sin agua a comunidades enteras para la explotación del litio?

¿No es estafa señalar las aberraciones de la dictadura, pero sostener vigentes centenares de sus leyes?

¿No lo es, hablar, discursear, levantar la voz y cacarear en contra del FMI, del Banco Mundial, etc., cuando paralelamente se reconoce la estafa de una deuda ilegítima y fraudulenta; cuando se sanciona la “ley de pago soberano”, y se paga serialmente, ajustando, precarizando y hambreando al pueblo?

“Antes iban de profetas
y ahora el éxito es su meta.
Mercaderes, traficantes
más que nausea dan tristeza.
No rozaron ni un instante,
La belleza” (
Luis Eduardo Aute)

La belleza. En esa palabrita hay una clave.

Rescatémosla, que nos roce, entonces, la belleza. Sin ella será imposible.

Hay belleza en las prácticas ancestrales. En esas comunidades originarias que se vinculan amorosamente entre sí, y con todo lo que pisan y les rodea.

Hay belleza en las asambleas y organizaciones, que resisten e insisten tozudamente en construir otros mundos. Y practican diversas formas solidarias de convivencia.

Hay belleza en quienes luchan contra todos los proyectos extractivistas y se oponen a tanto despojo. Hay, en quienes deciden todos los días preservar y tutelar la belleza de nuestros territorios. En quienes defienden la vida, con todo lo que implica y a como dé lugar.

Hay belleza en la Ciencia Digna, en quienes se la juegan todo el tiempo, y aportan conocimientos y experiencias para poder entender, y desde allí activar.

Y, por supuesto, hay belleza en las expresiones artísticas, y en las y los pensadores, que acompañan desinteresadamente a las y los defensores territoriales. Poniendo al servicio de cada lucha, sus sentires y pensares, sus plumas, su arte.

“No pienses que nos perdiste, es que la pobreza nos pone tristes
La sangre tensa y uno no piensa más que en morir
Agua del río viejo, llevate pronto este canto lejos
Que está aclarando y vamos pescando para vivir

Llevo mi sombra alerta sobre la escama del agua abierta
Y en el reposo vertiginoso del espinel
Sueño que alzo la proa y subo a la luna en la canoa
Y allí descanso, hecha un remanso mi propia piel”
.

 (Jorge Fandermole)

Belleza e implacabilidad. Implacabilidad más belleza. La amalgama mejor.

Sin belleza será imposible, y sin la implacabilidad que ameritan estos tiempos, también. Se trata de no darnos por vencidas/os, se trata de conservar nuestros sueños, de caminar con las otras y los otros para concretarlos.

Tenemos que seguir proponiendo y garantizando belleza, ante tanto deterioro, devastación y tristeza.

Tenemos que ser implacables, gane quien gane cualquier elección, en cualquier coyuntura. Gobierne quien gobierne.

Los multiplicadores del dolor (al decir de Carlitos del Frade) lo son, a la hora de jodernos la vida.


Suscribite

Suscribite al boletín semanal de la Agencia.

Sobre la fundación

Fundación Pelota de Trapo nació hace décadas para abrigar de las múltiples intemperies a niñas y niños atravesados por diferentes historias de vulnerabilidad social.

Sobre la agencia

Agencia Pelota de Trapo instala su palabra en una sociedad asimétrica, inequitativa, que dejó atrás a la mayoría de nuestros niños y donde los derechos inalienables de la persona humana solo se cumplen para unos pocos elegidos por la suerte