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Miles de cierres y despidos en todo el país
Por Claudia Rafael
(APe).- Recorrer los medios periodísticos de diferentes localidades y distintas provincias argentinas ofrece una radiografía de la profunda crisis laboral que está dejando tendales de trabajadores en la calle. Ciudades hasta hace poco sin grandes problemas que hoy ofrecen persianas de negocios bajas y al hurgar, se multiplica el cierre de empresas emblemáticas en cada región. O el ingreso a formatos legales que habilitan despidos, vaciamientos, quiebras fraudulentas o reducciones salariales. Dánica, Dass, Cerro Negro, Avón, Nestlé, Vicentin, Sancor, Granja Tres Arroyos, entre muchas otras.
Despidos por wp
Las planchas de la revista Caras estaban listas para el trabajo de impresión que arrancaría ese miércoles 26 de febrero en el turno que iniciaba a las 6. Quedaron, sin embargo, como una escena amarga de lo que ya nunca será. Unas cuantas horas antes, sobre las 23 del martes 25 los 234 trabajadores de la empresa gráfica Morvillo recibieron el mismo y exacto mensaje de whatsapp. La firma les anunciaba con esa novedosa metodología (ahora está de moda el wp para anunciar lo peor) el cese definitivo de actividades de la firma con la hipocresía de un agradecimiento por tantas décadas de colaboración. Angustia, tristeza, rabia, desazón.
Cristian, con 26 años de antigüedad en la empresa a la que entró a los 20, empezó a correr hasta Pienovi 137, en los límites de Avellaneda, apenas 200 metros antes del puente Victorino de la Plaza que marca la frontera con la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Vive a poca distancia de lo que fue su histórico trabajo. Al rato, en aquella noche de pleno verano, eran alrededor de 50 los trabajadores que se agolpaban en las puertas de lo que, hasta minutos antes, había sido su fuente laboral. Hoy, cincuenta días más tarde, se dan cita cotidiana en esta fábrica ocupada.
Hombres acostumbrados a un trabajo en el que –imaginaban- llegarían finalmente a la jubilación. Como Oscar, con 28 años en Morvillo y unos 15 en Clarín, en las rotativas, al que le restaba sólo un año y medio.
Todos ellos permanecen en la histórica gráfica y son los custodios legítimos de la planta a partir de la decisión del juez Diego Papa, de la justicia Comercial. Horas y horas para mascar tanto desasosiego. Sabedores de que compartir les alivia la angustia mientras toman mate, almuerzan o simplemente intercambian sensaciones.
Cristian, por caso, desnuda que por primera vez en su vida conoció los angustiantes síntomas de un ataque de pánico. Y el grupo sentado alrededor de la mesa, rodeados de pancartas e imágenes de afiches con las tapas de revistas que imprimieron a lo largo de años o, incluso, décadas, recuerdan a su compañero Alejandro Mereles. “Ya tenía una enfermedad de base, era diabético. Pero después de lo que nos pasó, después de los despidos, se vino abajo. Dejó de cuidarse con la medicación, con las comidas y, finalmente, murió”.
Números que son personas
El Centro de Economía Política Argentina (CEPA) advirtió, en su último informe, que entre noviembre de 2023 y noviembre de 2024 se destruyeron 12.638 empresas. Morvillo no entra en esa estadística porque ocurrió en febrero de 2025. En total, se perdieron en ese lapso algo más de 240.000 empleos registrados.
De esas 12.638 empresas, sólo 47 eran de las grandes, con más de 500 empleados cada una. El 99,6 % eran Pymes. De todos modos, si se miran las cifras desde el número de trabajadores que pasaron a engrosar las filas de desocupados, el grueso correspondió a empresas con más de 500 empleados.
A su vez, CEPA publicó que entre noviembre de 2023 y enero de 2025, la dotación de personal público “se redujo en 43.778 puestos de trabajo, lo que implica una caída del 12,8%”. En orden, los diez espacios con mayor número de despidos fueron: Correo Argentino, ARCA (ex AFIP), Aerolíneas Argentinas, AySA, Conicet, Operadora Ferroviaria Sociedad del Estado, Anses, Banco Nación y el Enacom. Con porcentajes más altos, en la empresa Desarrollo de Capital Humano Ferroviario, se redujo el personal en un 99,7%; el Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales, en un 60% mientras que se despidió al 52% del personal del Hospital Nacional de Salud Mental y Adicciones Laura Bonaparte.
Era para untar
Morvillo es botón de muestra de una escenografía temible. Familias enteras que quedaron pendiendo de un hilo para su subsistencia cotidiana. “Si multiplicamos por 4 hablamos de casi 1000 personas afectadas”, decían los trabajadores gráficos. Y si esa operación matemática se lleva al total de empleos perdidos, se está hablando de casi un millón de personas.
El 2025 arrancó con el cierre de la planta de Dánica, en Llavallol, provincia de Buenos Aires. Un ícono de la historia nacional. Desde aquel mítico “Dánica dorada, Dánica dorada… era para untar, era para untar”. Había habido suspensión de actividades, vacaciones, ofrecimientos de retiros voluntarios y, finalmente, despidos con pagos de indemnización al 50 por ciento.
Nada de eso atravesó a los obreros de Morvillo. Nada de ofrecimientos, nada de indemnización.
Por los mismos días en que se apagó la producción en Llavallol, el grupo Dass cerraba su planta en Coronel Suárez y despedía a alrededor de 400 trabajadores. Allí se producía calzado deportivo para Nike, Fila y Adidas. Coronel Suárez, una localidad de alrededor de 40.000 habitantes del centro-sur bonaerense, llegó a tener a alrededor de 1700 de sus pobladores empleados en Dass. Que ya durante el macrismo bajaron a la mitad y ahora, la nada misma.
Fotos de época
En los finales de los 90, se acuñó en el naciente Movimiento Nacional Chicos del Pueblo una consigna que resumía que detrás de cada niño de la calle hay un padre desocupado. Fue en esa etapa de profunda crisis, cierre de empresas y privatización de otras, en que se fue gestando un nuevo país. Se fue armando una Argentina en la que nacían como hongos en la tierra húmeda, infinitos kioscos, mini empresitas de remises, servicios de motomandados. Todas changas gestadas a partir de las indemnizaciones y retiros anticipados. E irrumpía en la escena laboral el amplio mundo de los cartoneros en una fotografía de época que veía carros tirados a tracción a sangre humana. En una pérdida identitaria de esa Argentina trabajadora en la que se habían conquistado las 8 horas, vacaciones pagas, asignación familiar, horas extra y un abanico de etcéteras propio de otros tiempos.
Es una inmensa incógnita cuál es la Argentina que hoy se está gestando de la mano del achicamiento a mínimas dimensiones del concepto de empleo seguro. El 8 de abril último llegó una comitiva de una decena de personas de la empresa chilena CMPC Biopackaging a la avenida Libertad Nº 1576 de la pequeña localidad de Hinojo, de apenas 3400 habitantes (a unos 15 kilómetros de Olavarría). Allí se asienta la firma FABI (Fábrica de Bolsas Industriales) en la que, de modo directo o indirecto, trabajaban unos 150 empleados. “Nos reunimos a las 8 y media de la mañana y nos dijeron que a partir de las 9 y media FABI no existía más”, dijo Sergio Urrutia, delegado de FABI, a Página12.
Olavarría, la ciudad cabecera, supo ser conocida como la capital del trabajo, la ciudad del cemento. En los primeros años 70 llegaba infinita cantidad de migrantes internos en busca de una certeza que sólo puede ofrecer el trabajo, que permite proyectar y programar la propia vida. Ya nada es así y todo forma parte de una quimera casi fantasmal. Uno de los grandes símbolos de la ciudad, la emblemática fábrica de cerámicos Cerro Negro anunció -apenas unos pocos días antes del cierre de FABI- el despido de un centenar de trabajadores. Y muchos temen en esa zona centrobonaerense por Loma Negra que nuevamente está a la venta. Loma Negra, aquella firma cuyo primer despacho de cemento salió desde Olavarría a inicios del siglo pasado. Que fue gestada por Alfredo Fortabat, que luego legó a Amalia Lacroze. Que fue parte indisoluble del cartel del cemento en plena dictadura. Que dejó en la calle a miles y miles de obreros en los 90.
Indiscutiblemente, los cierres y despidos de este presente están hoy atados al brutal descenso de la obra pública. La inversión en infraestructura durante el año pasado fue la más baja desde 1993. Ese año alcanzó una inversión de 2620 millones de pesos y, en 2024, 2369 millones. Mientras que, la cifra más alta, se alcanzó en 2015 con 16.160 millones.
Y en entrevista con Radio Universidad de Rosario en febrero último, Rubén Llenas, gerente de la Cámara Argentina de la Construcción habló de una caída del 27,4% en el rubro tanto en empleo, insumos y toda la cadena de valor de la construcción. “Fue un año malo para nuestro sector fundamentalmente por la paralización de la obra pública con fondos nacionales, con obras que se quedaron sin continuidad y con deudas con una gran cantidad de empresas que todavía no se resolvió cómo se van a abonar”, dijo.
Tiempo de crueldad
El rompecabezas laboral en el país va adquiriendo nuevas piezas. Abril arrancó con paro por tiempo indeterminado en todas las estaciones de peaje del Corredor Vial 18 que incluyó la liberación de barreras en la zona litoraleña de las rutas del Mercosur. Todos los días llegan nuevos telegramas de despido y los gremios del sector evalúan que podría concluir con 500 familias en las calles.
Es tal vez la peor de las amenazas porque perder el trabajo es ver un camino oscuro por delante. Es saber que sólo habrá un acantilado ante sí. Y hay 1000 empleados directos y otros 3000 indirectos ligados a la cadena productiva que ven los anuncios de cierre de plantas de Vicentin como una temida espada de Damocles sobre sus cabezas.
Metalúrgicas históricas como Talleres Belgrano S.A. de Chivilcoy o Fabio Hermanos, de Valentín Alsina dejan decenas de empleados con anuncios de despidos y promesas de indemnizaciones a medias.
Avón, la histórica fábrica de cosméticos, cerró su planta de San Fernando y pocos días antes de la Navidad despidió por teléfono a casi 300 trabajadores. En Morvillo por wp; en Avón, que solía imprimir sus típicas revistas en Morvillo, por teléfono.
Es la crueldad de un tiempo que no se detiene en detalles ínfimos como el sufrimiento humano. En ocasiones se utilizan ciertos subterfugios. 48 horas de descanso les anunciaron un lunes de mayo a los 267 empleados de Textilcom en sus plantas de La Rioja y Catamarca. El miércoles simplemente anunciaron que la empresa cerraba. En la otra punta del país, Tierra del Fuego vio cómo se cerraban y dejaban en la calle a los trabajadores textiles de FabriSur y Textil Río Grande.
Es la pintura de un tiempo. Un mazazo profundo a una identidad que se va desangrando.
Y casi como un símbolo agónico, cuando el invierno de 2024 asomaba, cerró el último taller de asientos de bicicletas de todo el país. Bicipartes El Miguelito, una pequeña empresa familiar con 12 empleados en Carrizales, un pueblo de 1200 habitantes de Santa Fe. “La apertura indiscriminada de importaciones y el aumento exponencial de los costos de la materia prima” incidieron en la quiebra, aseguró el dueño de El Miguelito, Rodrigo Bella, quien vendió la maquinaria para hacer frente a las indemnizaciones.
Hay un nuevo tiempo que espera a ser parido. Y como hace más de dos décadas escribía Alberto Morlachetti, nadie jamás ha conseguido ponerse a resguardo de la esperanza humana. Habrá que estar a la altura del desafío.
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