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Por Martina Kaniuka
(APe).- Donald Trump asumió su segunda presidencia en los Estados Unidos, acompañado por los líderes de los países donde la ultraderecha brotó como un hongo exótico en medio de los bosques cada vez más ralos de la democracia occidental. Un ejemplar tóxico, epidémico, con melenas y raros peinados nuevos y discursos viejos, muy viejos.
Además de Dios, la Libertad y la Bandera, los gurúes sociópatas de la industria tecnológica y las redes sociales -Jeff Bezos, presidente ejecutivo de Amazon; Sundar Pichai, director ejecutivo de Google; Shou Zi Chew, CEO de TikTok- apoltronaron sus arcas en la sala.
Elon Musk, dueño de X, Tesla y Space, reconocido entre sus fanáticos por detentar 449 millones de dólares por el esfuerzo de heredar las minas de esmeralda que su padre explotaba en un país tan afortunado como Zambia, se puso todavía más cómodo y, en lugar de sacarse los zapatos, sacó a relucir una hoja de su genealogía haciendo el saludo nazi.
Y será porque es uno de los hombres que en este mundo ha aumentado el ritmo de crecimiento de su riqueza en dos millones de dólares diarios o porque se ha convertido -después de recibir eficientemente $4.9 billones de subsidios del gobierno de los Estados Unidos- en Jefe del Departamento de Eficiencia del Imperio (DOGE), que lo que queda de prensa internacional, los principales mandatarios del mundo y las instituciones que motorizan la lucha contra el antisemitismo -y la persecución de la militancia pro Palestina- salieron en defensa de “un eufórico saludo al que había que darle el beneficio de la duda”. Días después, tras el discurso que Musk diera en el mitin del Adf -partido de extrema derecha alemán- invitando a “superar la culpa nazi”, debieron retractarse.
La agenda de Trump y los planes de Musk son de corte “proteccionistas”, como se lee en los periódicos impresos en Wall Street, y las acciones en alza después del discurso de asunción lo confirman.
Las medidas económicas “protegen” e incentivan el aceleramiento del ciclo de acumulación de ganancias de los capitales -cada vez más- concentrados, dificultando el futuro para 3500 millones de personas que viven con poco más de 6 dólares por día. Deportaciones, desplazamientos, expulsión, chauvinismo, nacionalismo, guerra, no importa cuándo lean esto. Eso proponen frente a la migración que “impide que Estados Unidos reviva el sueño americano”.
Pero no es esa la razón del Apocalipsis que Elon Musk vaticina llevará al fin de la existencia como la conocemos. No serán motivo del fin, según las élites vampíricas que hablan de progreso, evolución y desarrollo para camuflar el saqueo y la rapiña, la destrucción y la muerte que los consolida dueños del podio, las 3500 millones de personas sin las necesidades básicas satisfechas en el mundo que planifican circundado por autos voladores en Marte, robots y androides que sueñan con ser ovejas eléctricas.
Uno de los principales motivos que señalan, además del calentamiento global que niegan y producen por la sobreexplotación de recursos para generar la energía que alimenta la mierda que fabrican, es la baja de la tasa de natalidad. Según las estimaciones realizadas por un estudio reciente de Morgan Stanley, proyectan que “para el año 2030, el 45% de las mujeres de entre 25 y 44 años estarán solteras y sin hijos”.
“A partir de ahora solo habrá dos géneros: femenino y masculino”, dijo Trump, en línea con los planes de los principales estrategas del capital que seguirán necesitando mano de obra barata y consideran que la baja de natalidad es una cuestión de cambios en las identidades sexuales y de ideología de género y no un tema de conciencia: la preocupación por el futuro, la incertidumbre del presente, son el mejor anticonceptivo.
En Argentina, Javier Milei, se hizo eco y replicó en Davos: “La ideología de género constituye lisa y llanamente abuso infantil: son pedófilos (…). El feminismo “es una búsqueda de privilegios”. Días atrás había defendido a Elon Musk de la “progresía internacional" que “se montó sobre un gesto inocente" del empresario para criticarlo. De paso, dio curso al usual revisionismo histórico: "Zurdos hijos de puta, tiemblen. Los vamos a ir a buscar hasta el último rincón del planeta".
El justiciero Mangione asesinando al CEO de Medical HealthCare, el surgimiento de un partido revolucionario comunista norteamericano desde los mismos campus donde la lucha por una Palestina libre trascendió hasta la Casa Blanca, las manifestaciones sobre los incendios en Los Ángeles, preocupan al Círculo Rojo que puso a Musk, al mando de DOGE con la gestión de equipos de SWAT para la concreción de sus objetivos.
En nuestro país, con el apoyo de la mayoría de su electorado reivindicándolo sin opciones enfrente, Santiago Caputo mandó a encuestar sobre qué opinaría la ciudadanía ante un gobierno de corte autoritario que les garantizara libertad económica. Terraplanistas, antivacunas, antiderechos, conservadores, religiosos, oscurantistas.
Y mientras crecen las tinieblas en las que se hamacan cómodos succionando la savia de la clase trabajadora, del otro lado de la trinchera, aparece la primera Asamblea Antifascista que se convocó espontáneamente el sábado pasado, para ir en defensa de la vida y del derecho a vivir en paz. Sin dirigencias deshilachadas al frente. Desde una base que despierta y se enraiza desde el pie.
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