Aclarando la Declaración

La celebración del 35 aniversario de la Declaración de los Derechos del Niño tiene un anverso que es la reafirmación de que niñas y niños tienen derechos. Pero tiene un reverso que es la absoluta falta de cumplimiento de todos esos derechos. El capítulo de derechos económicos y sociales no sólo está absolutamente incumplido, sino que está groseramente vulnerado.
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Por Alfredo Grande

(APe).- Cuentan que en el velorio de la madre de Jorge Luis Borges se acercó una mujer para hablar con el escritor. Le dijo algo así como que lástima porque su madre estaba por cumplir 100 años. El escritor le contestó: “caramba señora, desconocía su afición por el sistema métrico decimal”. Esa afición está muy difundida. Los aniversarios, los cumpleaños, tienen significado especial cuando se da en números redondos. Por extensión, vale a veces cuando se da en media decena, o sea, 25, 35, 45. Es el caso.

La Convención sobre los Derechos del Niño se adoptó el 20 de noviembre de 1989. Esta ley internacional reconoce a todas las personas menores de 18 años como sujetos de pleno derecho. Se ha convertido en el acuerdo de derechos humanos más ratificado en la historia.

Los derechos del niño son derechos humanos, es decir que buscan proteger a los niños como los seres humanos que son. Por tratarse de derechos humanos, los derechos de los infantiles están constituidos por garantías fundamentales y derechos humanos esenciales.

El niño tiene derecho desde su nacimiento a un nombre y a una nacionalidad. El niño debe gozar de los beneficios de la seguridad social. Tendrá derecho a crecer y desarrollarse en buena salud; con este fin deberán proporcionarse, tanto a él como a su madre, cuidados especiales, incluso atención prenatal y postnatal.

Es interesante que es una Declaración firmada por los Estados. Los Estados son los habituales violadores de todos los derechos humanos, también de los derechos de los niños y niñas. O sea, es la Declaración de amor de un golpeador y un abusador.

El capítulo de derechos económicos y sociales no sólo está absolutamente incumplido, sino que está groseramente vulnerado. La celebración del 35 aniversario de la Declaración tiene un anverso que es la reafirmación de que niñas y niños tiene derechos. Pero tiene un reverso que es la absoluta falta de cumplimiento de todos los ítems que establece la misma Declaración. Por lo tanto, como siempre, en el nivel fundante, no son posibles los grises.

O conmemoramos o denunciamos.  No faltará quien diga y quien haga las dos cosas. O sea, siempre la de cal y la de arena. En caso de que se pudieran hacer las dos cosas, dos advertencias: que una no anule la otra.

Por ejemplo, una denuncia que se licua cuando conmemoramos. Y nunca pueden estar en el mismo nivel. En el nivel fundante no hay neutralidad ni grises. Recientemente participé de una reunión donde predominaba el anverso conmemorativo. Intenté oponer la concepción de sujetos de derecho con la de sujetos políticos.

Un sujeto es político cuando tiene la capacidad de descubrir y gestionar la satisfacción de sus necesidades y deseos. O sea: los adultos deben escuchar a los niñas y niños porque más allá de las aberraciones del Patronato se sigue insistiendo en que sean los niños y niñas los que escuchen a los adultos y al Estado. Como explicó claramente la abogada y militante Laura Taffetani la ley del Patronato tenía un sesgo ideológico clarísimo: el control de las infancias que provenían de inmigrantes socialistas, anarquistas, comunistas. El capítulo de “niñeces y lucha de clases” raramente es señalado. Como si fuera posible una “comunidad organizada” de niñeces con problemas básicos en común.

Señalé en esa reunión que mencioné haber participado que hay una diferencia sustancial entre pensar al niño y niña como sujeto de derecho que como sujeto político. Y mencioné como hago siempre el origen del Movimiento Nacional Chicos del Pueblo.  En tiempos en que no se usaba la “e” pero cuando lo político no estaba aún licuado en la gestión. Los Chicos del Pueblo fueron un sujeto grupal y politico. Y si bien no desfilaban, marchaban. En la política, el origen no es el destino.  Pero sin conocer el origen, es más fácil extraviar el destino.

Hoy a mi criterio es pasar de la declaración a la aclaración. Porque no siempre oscurece. Muchas declaraciones son apenas formidables formaciones reactivas de los Estados. Solamente queda el anverso del encubrimiento. En cuyo caso hay poco y nada para celebrar.

Pero hay mucho, muchísimo, para aclarar.


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