Cadena des(informativa): Musk y el Ministerio de la Verdad

El consumo general de noticias descendió los últimos 8 años. Ante las dificultades de llevar una vida materialmente tranquila, en el país donde dos de cada tres pibes no realiza todas las comidas diarias, el entretenimiento es un salto seguro al vacío y un dispositivo eficaz como portavoz de propaganda.
|

Por Martina Kaniuka

(APe).-  Rodolfo Walsh escribe una última carta a la Junta Militar desde ANCLA (Agencia de Noticias Clandestina) y le da pelea a la censura con la “Cadena de Información”, misiles de realidad metamorfoseados en papel y tinta, entregados de mano en mano.

¿Qué pensaría, sobre la cadena de desinformación que sumió a nuestro continente -y al mundo todo- en la inmensa oscuridad, aquel Walsh rumiando con valentía cada letra en su máquina de escribir, tipeando con la misma fuerza con que las Madres empezaban a dibujar rondas con la desesperación y la angustia torturándoles los pies; sabiendo -como sabía- que muy probablemente fuera lo último que podría escribir?

¿Qué pensaría el astrólogo de Roberto Arlt sobre los elementos de la población que, sin pecar de ingenuos, se sienten agradecidos de estar siendo librados del “peligro comunista”, con las herramientas tecnológicas para contrastar hasta lo que, en apariencia, es verosímil y con medios de comunicación dedicados específicamente a desmentir falsedades?

Según el Informe anual del Instituto Reuters, el consumo de noticias periodísticas cayó, desde el año 2017, 32 puntos. En aquel entonces un 77% de los entrevistados se mostraba interesado o muy interesado en mantenerse informado. Hoy ese número descendió al 45%.

La injerencia de la pauta en los medios de comunicación del llamado Círculo Rojo no es un fenómeno nuevo. Las fake news son el gusano que habita la manzana desde que la corrupción política se tornó el pecado original. Había fake news en la Antigua Roma, cuando los relatos esparcidos por los viajeros contaban que los generales habían vencido a Espartaco y que era un hombre incapaz de triunfar frente a los ejércitos romanos. Hubo fake news en la guerra de Malvinas, cuando los periódicos eligieron titular “Estamos Ganando”. Hay fake news cuando Israel y los medios de la hegemonía occidental eligen contarle al mundo que los hospitales bombardeados en Palestina -que refugian civiles heridos, entre ellos mujeres, ancianas y niños, atendidos por médicos y enfermeros- son en realidad, escondites del terrorismo islámico.

Sin embargo, con el ascenso de la extrema derecha en el mundo, la posverdad pareciera ser la única dimensión que permea sobre la construcción del sentido común: las redes sociales contribuyen a que sea más sencillo tragarse una mentira digerida que masticarse una incómoda verdad.

En nuestro país, Javier Milei- candidato de las grandes corporaciones internacionales que llevaron al poder a Jair Bolsonaro en Brasil y a Kamala Harris y Donald Trump a competir por la presidencia en los Estados Unidos- asumía el año pasado con un discurso que aun sostiene, advirtiendo -y amenazando- cada vez que se pronuncia sobre los periodistas que no lo acompañan. Periodistas que son “mentirosos”, “corruptos”, “esbirros” y “extorsionadores”. ¿Será por eso que por decreto restringió el Acceso a la Información Pública?

Hay una lista de periodistas que, con nombre y apellido, ha señalado como parte de la “casta”: “lo que me interesa mostrar de todo esto es que le quede bien en claro a la basura de la política tradicional y a los periodistas el desprecio que la gente tiene por ellos”.

En la sala de prensa de Casa Rosada, con la pretensión de crear “una sala de prensa de élite”, Manuel Adorni -vocero presidencial con un salario de más de 5 millones de pesos creciendo al ritmo de su implante capilar- sólo responde preguntas a “periodistas de fuste, con experiencia y de medios altamente reconocidos, periodistas que merezcan estar cerca del presidente”.  Se suma la larga nómina de “comunicadores” que “con la nuestra” se dedican a desinformar y formar opinión en las redes sociales. 

Los desafíos para los medios contrahegemónicos de comunicación, acostumbrados a la incertidumbre y la precarización presente en todos los gobiernos, con la imposibilidad de gestionar una agenda propia sin tener que engrosar las filas del pluriempleo, con trabajos mal pagos y no reconocidos, exponiendo su seguridad e integridad física, mental y espiritual, se multiplicaron con La Libertad Avanza. Ni bien asumió se encolumnó detrás de uno de sus principales objetivos: el cierre de Télam.

La tibieza de los gobiernos nacionales y populares y la Ley de Medios que no fue habilitaron la jugada: aunque todavía no pudo privatizarla, consumó por segunda vez (la primera movida fue durante la gestión de Mauricio Macri) el desmantelamiento de la Agencia más grande de Latinoamérica, principal motor de radios y agencias de noticias del interior. 

No son medidas extrañas, si se tiene en cuenta que La Libertad Avanza no ha destinado un centavo a las estrategias tradicionales de comunicación. Los partidos que competían con Milei destinaron fondos de campaña a interrumpir videos de Youtube y aparecer en entrevistas de televisión y marquesinas en subtes y trenes. El partido libertario eligió barrenar el electorado y surfear la opinión pública a fuerza de influencers voluntarios que vía streaming en tik tok y en X, militaban las fuerzas del cielo.

El consumo general de noticias descendió los últimos 8 años: la desconfianza, el desinterés y la evasión persisten. Ante las dificultades de llevar una vida materialmente tranquila, en el país donde 2 de cada 3 pibes no realiza todas las comidas diarias, el entretenimiento es un salto seguro al vacío y un dispositivo eficaz como portavoz de propaganda: dos tercios de los encuestados por Reuters accede a videos breves para informarse, al menos semanalmente, y sobre todo en plataformas sociales.

En sintonía, Elon Musk, dueño de X (ex twitter) y Tesla, uno de los hombres más poderosos y ricos del planeta, confirmaba tras el triunfo de Donald Trump: “La realidad de esta elección quedó clara en X, mientras la mayoría de los medios tradicionales mintieron implacablemente al público. Ahora ustedes son los medios de comunicación. Por favor, publique sus pensamientos y observaciones en X, corrija a los demás cuando estén equivocados y tendremos al menos un lugar en el mundo donde podrá venir a encontrar la verdad”.

Y mientras las élites trasnacionales ya consumaron el sueño húmedo sin límites ni fronteras del Ministerio de la Verdad, con Musk oficiando de la otrora censora Liga de Amas de Familia, Argentina se encuentra entre los países con el nivel más bajo de confianza en las fuentes informativas que consume. Sólo el 36% de los encuestados dice confiar en las noticias. 

En Brasil, en septiembre la Justicia ordenó suspender temporalmente el acceso a X porque la plataforma se negó a eliminar una serie de publicaciones que se consideraron falsas y dañinas para el clima social del país. Sólo volvió a permitirla tras los 5 millones de dólares que Elon Musk desembolsó en concepto de multa, la designación que hizo de una abogada con matrícula brasilera y el bloqueo de 9 usuarios que militaban por Bolsonaro a través de incitaciones al odio racial y político.

Con Milei sacándose fotos e intercambiando tweets con uno de los principales lobbistas de nuestro litio, será cuestión de arremangarse y construir una nueva cadena informativa. Una que entienda a las nuevas generaciones sin menospreciarlas. Una que escuche los nuevos códigos comunicacionales, sin desmerecerlos. Una que denuncie las injusticias, sin ser funcional a los poderosos. Una que no intente contar el mundo sin olvidarse de las baldosas y del barro que camina. Una que tal vez circule de mano en mano, de mail en mail, eludiendo tachos de basura y papeleras de reciclaje. Para jugarle otra pulseada al sistema, para derrotar el terror y volver a sentir la satisfacción moral de un acto de lo que alguna vez supimos conocer como libertad. 


Suscribite

Suscribite al boletín semanal de la Agencia.

Sobre la fundación

Fundación Pelota de Trapo nació hace décadas para abrigar de las múltiples intemperies a niñas y niños atravesados por diferentes historias de vulnerabilidad social.

Sobre la agencia

Agencia Pelota de Trapo instala su palabra en una sociedad asimétrica, inequitativa, que dejó atrás a la mayoría de nuestros niños y donde los derechos inalienables de la persona humana solo se cumplen para unos pocos elegidos por la suerte