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Por Alfredo Grande
(APe).- El primer ensayo de fascismo de consorcio (en “democracia”) llegó con Menem. Él dijo: vengo a cambiar la historia. Muy modesto. Vino a destrozar la historia, entendida en clave de futuro. Entendida en clave de pasado también, ya que decidió uno de los gestos más obscenos: dar la mano al almirante Rojas, autor intelectual y material de la Contrarrevolución Fusiladora. Pero no fue escupido por sus pares. O sea: el destrozo de ambas historias (la de la resistencia peronista y la de la patria sublevada) quedaron manoseadas en el escupitajo que no fue.
Cuando el ingeniero de la triste figura Mugricio Macri fue elegido Duce de Gobierno acuñé el concepto de “fascismo de consorcio”. Trabajo publicado en la indispensable Agencia de Noticias Pelota de Trapo. (Abajo, textos relacionados)
También escribí sobre el concepto de Fascismo Universal. No resisto citarme:
Por eso intento pensar el concepto de Fascismo Universal. Es la forma jurídica, económica y política que toma la cultura represora en los tiempos de la equivalencia general planetaria del gran capital. Su lema fundador del fascismo universal es: “solución final”. Puede haber diversas formas de soluciones de acuerdos a los avances tecnológicos.
No eran tiempos de anticipar “la restauración digital conservadora” El Poder ya estaría planeando la pandemia y el ensayo de estado de sitio voluntario y planetario. Acá se lo conoció como ASPO. En ese momento escribí: “la dimensión viral de la cultura represora” Antes o después de que me escrachen por auto citarme es un momento de tanta confusión, bronca, impotencia y como diría Spinoza, pasiones tristes (al mayorista, eso es mío no de Spinoza) que uno de los salvavidas es el análisis de la propia implicación. Y para eso instrumento el denominado “trípode de la implicación”: coherencia, consistencia y credibilidad. Como el contexto es texto, importa, pero no demasiado el cuándo. Importa más el cómo. O sea: cómo se ha luchado contra todas las formas de la cultura represora.
El hilo del tiempo habla de la continuidad entre pasado, presente y futuro. Continuidad histórica, política, social, ética. Si alguna vez el ahorro era la base de la fortuna es porque el hilo no estaba cortado. Se podía ingresar al laberinto, pero seguía la conexión con el exterior. De alguna manera, cada Teseo tenía su Ariadna. “Ariadna dio a su amado Teseo un hilo de oro para que lo desenrollara a medida que ingresara al Laberinto y así no se perdiera en el regreso. Para él, el hilo significaba llegar a lo insondable del misterio y seguir conectado con el exterior” nos enseña el mito.
El hilo cortado del tiempo disloca toda conexión. No hacemos nada pensando que es la base de alguna fortuna. Hacemos cualquier cosa sabiendo que no habrá fortuna. Que los tiempos de sentirnos afortunados se han perdido. Una niña gaseada en el rostro no encuentra el hilo con un anciano golpeado. Quizá una de las tareas militantes. Volver a unir ese hilo. Que ninguna generación pierda el hilo con generaciones anteriores o posteriores. Nunca los opresores perderán el terror a los oprimidos. Saben que toda unión hace la fuerza. Lo saben muy bien. Por eso la estrategia siempre es destrozar la unión. Porque la unión hace fuerza. Todas las fuerzas.
Hubo luchas que se ganaron Habrá luchas que se ganarán. Como dijo Antonio Porchia: “quien me tiene fuerte de un hilo no es fuerte; lo fuerte es el hilo”.
Es hora de que esos hilos vuelvan a tener fuerza y vigor. Estoy convencido de que será la base de nuestras y nuevas fortunas.
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