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“Si muchos creen que los menores que cometen delitos son víctimas de un sistema injusto, que se los lleven a su casa”, dijo el gobernador de Santa Fe. Las últimas mediciones sostienen que la distancia entre los que más ingresos perciben y los que menos tienen no baja de las dieciocho veces. 230 mil indigentes viven en Rosario. ¿Cuántos son chicos y chicas menores de 16?
Por Carlos del Frade
(APe).- "Un menor que comete un delito de mayor, tiene que ser y debe ser juzgado como mayor…si muchos creen que los menores que cometen delitos son víctimas de un sistema injusto, que se los lleven a su casa…Que se los lleven a su casa... un pibe de 14 años que agarra un arma, va y mata, sabe lo que está haciendo", dijo el gobernador de la provincia de Santa Fe, segundo estado de la República Argentina, Maximiliano Pullaro, al hablar con la prensa después del acto que recordaba el aniversario número 42 del inicio de la guerra de Malvinas.
Los cuatro asesinatos producidos por bandas narcopoliciales barriales en la ciudad de Rosario a principios de marzo de 2024 fueron la irresistible excusa para insistir en la necesidad de bajar la edad de punibilidad y, al mismo tiempo, reformular leyes nacionales para que las fuerzas armadas vuelvan a las calles con el pretexto de combatir al “terrorismo”, ni siquiera ya se habla de “narcoterrorismo”.
El homicidio del joven playero de la estación de servicio “Puma”, en la zona oeste rosarino, Bruno Bussanich -cometido por un pibe de quince años- recrudeció el discurso que junta al gobierno nacional con el provincial.
Las últimas estadísticas oficiales de la Argentina en general y de la provincia de Santa Fe en particular repiten, desde hace décadas, que los homicidios perpetrados por chicas y chicos menores de dieciséis años no llegan ni siquiera al uno por ciento.
No se sabe bien por qué todavía no hay información oficial en la provincia con forma de bota de cuántos de los últimos 3.819 asesinatos registrados desde 2014 a 2023 fueron ejecutados por pibas o pibes menores de dieciséis años.
La declaración del gobernador de Santa Fe, más allá de agitar la mano dura contra chicas y chicos que deberían estar cursando la escuela secundaria, también implica una alusión peyorativa sobre la influencia del contexto.
Cuando dice que “si muchos creen que los menores que cometen delitos son víctimas de un sistema injusto, que se los lleven a su casa”, el ex ministro de Seguridad de la administración provincial entre los años 2015 – 2019, niega la violenta brecha social que padece hoy la geografía bordada por las aguas del Paraná.
Las últimas mediciones sostienen que la distancia entre los que más ingresos perciben y los que menos tienen no baja de las dieciocho veces.
De hecho en la última publicación sobre pobreza e indigencia del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo, en los dos aglomerados más importantes de la provincia, el gran Santa Fe y el gran Rosario, el empobrecimiento alcanza a 217.938 hogares, es decir 761.208 personas que no le empatan a la canasta familiar ni por asomo.
En un territorio en que las principales veinte exportadoras facturan casi dos veces el presupuesto total de 4 billones 859 mil millones de pesos, una cifra de 13 números y no pagan impuestos por semejante facturación.
En esa misma porción del mapa argentino, esa brutal concentración de riquezas en pocas manos también produce un sótano cada vez más hacinado de personas desesperadas, las que constituyen los números de la indigencia, las que ni siquiera tienen todas las necesidades básicas satisfechas.
Esas “víctimas del sistema injusto”, la indigencia medida por el INDEC, son 83.884 en el gran Santa Fe y 145.966 en el Gran Rosario, un total de 229.850 personas indigentes en el territorio que produce y exporta alimentos como nadie en un país hecho de trigo, carne y pan como es la Argentina.
¿Cuántas de esas 229.850 personas indigentes que viven o sobreviven en Santa Fe son chicas y chicos menores de dieciséis años?.
¿La mitad?.
¿La tercera parte?.
No hay casa que alcance para abrigarlas a todas esas personas, señor gobernador.
Y sí, efectivamente son víctimas del sistema injusto que produce la violenta concentración de riquezas en pocas manos.
Nadie puede medir ni ponerse en el lugar de las familias que sufrieron los homicidios de seres amados cometidos por bandas desclasadas, asesinas y cobardes. Pero la venganza no es justicia. Y no hay futuro mejor basado en la venganza o la reducción de los derechos y las garantías.
Una vez más el discurso se hace fuerte contra las víctimas y victimarios circunstanciales, mientras la realidad continúa manejándose, escandalosamente, a favor de las minorías, mientras el miedo atizado desde diferentes usinas del poder destruye conciencias democráticas y promete un futuro controlado y vallado.
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