Una, dos, tres, muchas marchas

Por Alfredo Grande

(APe).- La historia se produce como tragedia y luego se repite como farsa. La respuesta de Marx a Hegel ha quedado sellada en la historia. La tragedia implica el extremo límite del conflicto: la muerte. Muerte real, simbólica, cultural, institucional. Pero no olvidar que si hay muerte es porque hay vida. Muerte y vida verdadera.

La Revolución Francesa no puede ser disociada de la guillotina con la cual la cabeza de los reyes rodó por el barro de la historia. Sin la guillotina la tríada Libertad - Igualdad - Fraternidad no hubiera tenido consistencia política. Recuerdo una frase del comandante Fidel Castro: “los verdaderos revolucionarios triunfan o mueren”. Recuerdo que en ese momento pensé: “claramente no triunfé y además estoy vivo”. Tuve una grave depresión. Supongo que en cierto sentido esa depresión sigue. Pero ahora es más grave.

Esto que llamamos democracia está gravemente deprimida. Diría melancolizada. Sufre al decir del Zorzal criollo, “la vergüenza de haber sido (supongo que podemos referirlo a los 10 años de Menem y a su correlato en el Senado) y el dolor de ya no ser (sigo suponiendo que es aplicable a la presidencia de Milei).

Es bien claro que esta democracia, lo que queda de ella, poco, muy poco está cuesta abajo.

Esta farsa democrática tiene todas las condiciones para ser considerada un simulacro. Es lo que se llama una desmentida. Se niega que es democracia, pero como se niega que se niega, se afirma que es democracia. Recuerdo, maldita memoria, cuando se decía, incluso con una sonrisa imbécil: “la democracia es mala, pero es lo mejor que tenemos”. O sea: lo malo es lo mejor. Después dicen que el actual presidente está loco. No es el único obviamente.

Esta democracia farsante, fullera (utilizo el epíteto con que Cristina elogió a Massa) recibió la trompada de knock out. Democráticamente eligió la anti democracia.  El crimen perfecto.

Me he cansado de decir, aunque en realidad no me he cansado demasiado, que Milei es efecto, no causa. Como todo efecto, generará nuevos efectos. Efecto de esta democracia de la derrota. Aunque en realidad es una democracia del fracaso. Fracaso es derrotarse a sí mismo. El error no forzado. O al menos más torpeza propia que capacidad del rival. Le pongo un nombre, aunque hay varios: Vicentín.

Por la información que tengo, seguramente inadecuada, para el domingo 24 de marzo hay planeadas dos marchas. Aunque esto se modifique, no está de más ni de menos alguna reflexión. Recuerdo cuando empezaron las dos marchas de las Madres. Los orígenes del conflicto los conozco, porque fui uno de los fundadores de la Universidad Madres de Plaza de Mayo, invitado por mi entrañable amigo, Vicente Zito Lema. Claramente dos marchas no era 1 + 1, sino una lamentable y penosa resta.

Haciendo una flecha en el tiempo, si el domingo está formula se repite, explica el meteórico ascenso que va del fascismo de consorcio de Macri Jefe de Gobierno, al fascismo anarco capitalista de Milei. Estas marchas duplicadas, quizá triplicadas, son la copia siniestra de la célebre exposición del Che Guevara en la Tricontinental: ¡Cómo podríamos mirar el futuro de luminoso y cercano, si dos, tres, muchos Vietnam florecieran en la superficie del globo, con su cuota de muerte y sus tragedias inmensas, con su heroísmo cotidiano, con sus golpes repetidos al imperialismo, con la obligación que entraña para éste de dispersar sus fuerzas, bajo el embate del odio creciente de los pueblos del mundo!

 Muchos Vietnam para arrasar con el imperialismo. ¿Muchas Marchas arrasarán con el fascismo anarco capitalista? A mi criterio, no. Quizá no sea lo mejor la unidad, que siempre tiende a la hegemonía. Pero sí es el momento para la unión, que tolera, admite y propicia la diversidad.

Una marcha en unión contra todas las formas de fascismo, también contra el fascismo democrático que, aunque parezca una fórmula paradojal no lo es, resulta imprescindible.  Y una parte fundante de la batalla cultural en la cual no podemos ser derrotados. Y menos fracasar.

Si no lo hacemos, no será la patria quien nos lo demande. Serán las generaciones de niñas, niños y adolescentes inmolados como carne de cañón de esta democracia simulacro.

A estas generaciones ya les robaron su presente. No seamos responsables de robarles su futuro.