En el país de la crueldad del origen

La crueldad exige que la violencia sea erradicada, anestesiada, culpabilizada, neutralizada. La cultura represora sabe que lo único que se opone a la crueldad es la violencia. No en vano los romanos imponían la PAX ROMANA. O sea: invasión, ocupación y para que nadie osara rebelarse, trituraban toda forma de violencia. Imponiendo la paz.

|

Por Alfredo Grande

(APe).- Gabriela Mistral dijo de Jose Martí que era el luchador sin odio. ¿Cómo no admirar semejante condición?  Lejos de creer que el amor siempre vence y cerca de creer en la potencia revolucionaria del odio, como enseñaron el Che Guevara y Sigmund Freud. Hace muchos años escribí: “Odio luego existo”. 

 Y debo decir que fue un texto que siempre elogió Alberto Morlachetti. Quizá eso hable más de su generosidad que de mis méritos. Según Gabriela Mistral, Jose Martí no sentía odio hacia su enemigo. Por amor a su Cuba natal, quería que dejara de ser colonia y pasara a ser república. En una emboscada, sus sueños fueron parcialmente interrumpidos. Su poesía es parte de esa batalla cultural que lo tuvo como uno de sus más coherentes luchadores. “Y para el cruel que me arranca, el corazón con que vivo, cardo ni ortiga cultivo, cultivo la rosa blanca”.

¿Podría en estos tiempos de crueldad derramada seguir cultivando la rosa blanca para el cruel que el corazón arranca? En este caso al menos, importa más la pregunta que la respuesta. La crueldad es politica de Estado, porque para ser cruel con un pequeño estado alcanza.  ¿Y nosotros qué? Habrá muchos que seguirán confundiendo crueldad con violencia. Quizá inconscientemente. Lo que es peor. Porque eso indica que el tabú de la violencia está enterrado en los sótanos de la subjetividad, además de en los sótanos de la democracia.

La crueldad exige que la violencia sea erradicada, anestesiada, culpabilizada, neutralizada. La cultura represora sabe que lo único que se opone a la crueldad es la violencia. No en vano los romanos imponían la PAX ROMANA. O sea: invasión, ocupación y para que nadie osara rebelarse, trituraban toda forma de violencia. Imponiendo la paz.

De esta matrix imperial zafó Espartaco. Por eso, aunque en formas quizá atenuada, el eco de “todos somos Espartaco” sigue atronando el dormir de los victimarios. Una forma miserable de sostener el credo del victimario, es seguir insistiendo con el mantra conservador “de casa al trabajo y del trabajo a casa”. Aunque la casa ya tenga un alquiler imposible de pagar y el trabajo una precariedad imposible de soportar. Las derechas tienen todo esto claro, demasiado claro. Y para ellas, las derechas, todo es personal. Porque saben, aunque no creo que hayan leído a León Rozitchner, que el “sujeto es núcleo de verdad histórica”.

Lo personal, lo vincular, lo social, lo institucional es todo lo mismo para las derechas. Y esto lo expresó clarito el general genocida Ibérico Saint Jean. El gobernador usurpador dijo en una cena de oficiales cómplices: "Primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores, después a sus simpatizantes, enseguida a aquellos que permanecen indiferentes y, finalmente, mataremos a los tímidos".

Y para no perderme del todo, en la peligrosa mezcla de impotencia, tristeza y violencia, recurro a la pluma de Silvana Melo: Roca leyó como desierto el mapa de la Patagonia. Y para repartirla entre los terratenientes mató a miles de pampas, ranqueles, mapuches y tehuelches.  Que estaban ahí, desarrollando sociedades alternativas, ocupando tierras desde el origen (por eso se los llamó aborígenes). Los mató, los deportó, los exilió de la vida. El mismo lo había adelantado, con una crueldad similar a la de estos días”.

De eso se trata siempre. De la crueldad. La crueldad del origen termina siendo la crueldad del destino. Y la crueldad es la planificación sistemática del sufrimiento.  Y no es el dolor del crecimiento. Es el dolor del dolor de no poder crecer, vivir, estar contento, aspirar a cualquier forma de felicidad. Debemos, si queremos, declarar la Guerra Cultural a la crueldad. Guerra que será violenta, pero que no será cruel. No nos interesa que nuestros enemigos sufran. Sólo nos interesa que nuestros amigos amigas, compañeras, compañeros, no sufran más. Nunca más.

Lamento admirado Jose Martí. En esta no puedo seguirte. Porque para el cruel que me arranca el corazón con que vivo, cardo y ortiga cultivo, nunca más la rosa blanca.


Suscribite

Suscribite al boletín semanal de la Agencia.

Sobre la fundación

Fundación Pelota de Trapo nació hace décadas para abrigar de las múltiples intemperies a niñas y niños atravesados por diferentes historias de vulnerabilidad social.

Sobre la agencia

Agencia Pelota de Trapo instala su palabra en una sociedad asimétrica, inequitativa, que dejó atrás a la mayoría de nuestros niños y donde los derechos inalienables de la persona humana solo se cumplen para unos pocos elegidos por la suerte