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La verdad refiere más a una supuesta objetividad. En cambio, lo verdadero refiere más a la subjetividad. Y siguiendo al filósofo León Rozitchner, “el sujeto es núcleo de verdad histórica” A mi criterio, este relato tiene un núcleo de verdad histórica, y por eso ha pasado de generación en generación, de sujeto a sujeto.
Por Alfredo Grande
(APe).- Lo que voy a contar, me fue contado hace años. Y al que me lo contó se lo contaron muchos años antes. Y así hasta que el origen del relato se perdió definitivamente. Queda claro que algunas generaciones no lo escucharon, otras sí lo escucharon, pero apenas como una de los tantos mitos urbanos o historias rurales. El núcleo de verdad del relato me pareció más que interesante.
Obviamente, el núcleo de verdad no es toda la verdad, y por supuesto no es nada más que la verdad.
Para decirlo en términos actuales, es un híbrido donde hay verdad, mentira y falsedad. Quizá no haya ninguna verdad igual para todos, y a veces tampoco hay una verdad para cada uno. Yo actualmente me refiero más a lo verdadero que a la verdad. Parece lo mismo, pero no lo es.
La verdad refiere más a una supuesta objetividad. En cambio, lo verdadero refiere más a la subjetividad. Y siguiendo al filósofo León Rozitchner, “el sujeto es núcleo de verdad histórica” A mi criterio, este relato tiene un núcleo de verdad histórica, y por eso ha pasado de generación en generación, de sujeto a sujeto.
El relato cuenta que en un pueblo lejano, al menos lejano de los grandes concentrados urbanos, el pesebre que siempre se armaba para el 24 de diciembre, amaneció vacío. No estaba ni el niño Jesús, ni María y José, ni los reyes magos ni los animales. Quedó la estructura precaria del pesebre, pero desértico. Obviamente, nadie entendía nada. Aunque habitualmente nadie entiende demasiado, en este caso el asombro y el estupor eran absolutos.
El pesebre vacío fue tomado como un pésimo augurio, como heraldo de tiempos terribles. Hubo tremenda discusión sobre si el descubrimiento del pesebre vacío debía informarse. Como siempre, el encubrimiento le ganó la pulseada al descubrimiento. Quizá por los sentimientos de culpa que siempre perforan la subjetividad, y claramente nadie quiso tirar la primera piedra. Ni la segunda.
El pesebre vacío duró varias navidades y hoy nadie puede decir con exactitud cuánto tiempo abarcó. Pero como Freud señaló, “ninguna generación tiene el poder de ocultar sucesos de importancia a la generación siguiente”, y el relato fue pasando, no al contado, pero si en pequeñas cuotas, a generaciones posteriores. Lo que se fue perdiendo, y aún resulta imposible encontrarlo, cuál fue la primera generación que se encontró con el pesebre vacío.
Yo mismo he dudado sobre la conveniencia de escribir sobre el pesebre vacío. Sin embargo, algunas cuestiones actuales que parecen novedosas, en realidad tienen origen varios años antes. No quiero, pero evidentemente sí quiero, dar precisiones temporales. Pero forzando analogías, cotejando fechas, puedo decir que es altamente probable que el pesebre vacío fue descubierto e inmediatamente encubierto en el año 2006 de nuestra era cristiana.
Ese pesebre vacío anticipó el crimen del hambre y la masacre sistemática de infancias y adolescencias. Recientemente se filtró que desde esta nochebuena son los niños y niñas quienes deberán hacer regalos a los adultos. Y los regalos los decidirán los adultos. Los reyes magos no se ocuparán más del niño Jesús, ni de ningún otro niño. Y la decrépita figura de San Nicolás de Bari será reemplazada por una cadena de jugueterías.
La historia del pesebre vacío tiene un desenlace trágico. Y siniestro. Y quizá esta sea la razón por la que el pesebre vacío fue ocultado. Siempre el origen de la maldición es maldito. En una navidad el pesebre dejó de estar vacío. Pero tenía terribles diferencias. María y José estaban encadenados. Los reyes magos fueron reemplazados por mercenarios ferozmente armados. Y la cuna del niño Jesús estaba ocupado por una criatura monstruosa. Un audaz poblador descubrió en la nuca de la criatura el número 666. El 666 es considerado dentro de las creencias cristianas como el "número de la bestia", la cifra que refiere a una presencia del 'Anticristo'. Este poblador no fue hallado nunca más y nadie se animó a buscarlo. En forma democrática se votó sobre el destino de la criatura. Por amplia mayoría se resolvió dejarla crecer. No intervenir y menos intentar eliminarla.
No pretendo compartir teorías conspi-paranoicas. A lo mejor sí pretendo. Pero si esto es una nueva era, si las fuerzas del cielo están decidiendo sobre las fuerzas de la tierra, ese lejano y perdido pesebre vacío quizá sea un origen que no convenga ocultar.
Nunca más.
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