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En busca de un milagro
En tiempo de escasa fe en la política, una joven mujer, Leda Bergonzi, en pleno corazón de Pichincha, barrio de memoria prostibularia y geografía de iniciación de Alberto Olmedo, congrega multitudes como potencial sanadora carismática, laica pero apoyada por el arzobispado rosarino.
Por Carlos del Frade
(APe).- El día de la Virgen de Rosario recuerda la matanza de la batalla de Lepanto, el 7 de octubre de 1571, aquella que las crónicas españolas narran con barcos encallados en los cuerpos de las víctimas pero que como fue una victoria estratégica para el dominio comercial del Mediterráneo, el Vaticano tapó la masacre y la convirtió en la celebración de la liturgia católica.
Ese es el día de Rosario, la ex ciudad obrera, industrial, portuaria y ferroviaria, hoy noticia por las bandas narcopoliciales.
En medio del crecimiento de las políticas que reivindican al mercado por encima de los derechos y lo público, en tiempo de escasa fe en la política, una joven mujer, Leda Bergonzi, en pleno corazón de Pichincha, barrio de memoria prostibularia y geografía de iniciación de Alberto Olmedo, congrega multitudes como potencial sanadora carismática, laica pero apoyada por el arzobispado rosarino.
Los milagros convocan miles de personas en cualquier latitud aunque el mismísimo Jesús, según algunos reconocidos teólogos, no hizo más de trece al decir de los evangelios.
Cuenta el periodista Nico Maggi que “en Pichincha la convocatoria que hizo a sus fieles superó nuevamente a la anterior y las personas munidas de mate y reposera hicieron hasta nueve cuadras de cola, que daban vuelta a las manzanas cercanas a la parroquia de Riccheri al 200, sólo para verla y recibir sus bendiciones. Tanto, que el municipio tuvo que intervenir con un operativo para ordenar el tránsito y las personas que se congregaron".
"Es un mediodía de sol y en la esquina de Catamarca y Riccheri se cruzan dos filas distintas. Una es para enfermos terminales y discapacitados. Tiene unos 100 metros. Otra es de los que van a pedir pero no están graves. Esa tiene ochos cuadras de largo. Hay gente con chicos, jóvenes, ancianos. Personas sentadas en sillas plegables, en cajones, con revistas, con el termo bajo el brazo, con tazas de té o botellas de agua. Algunos están almorzando un sándwich o una vianda que se trajeron en un tupper. A todos los une un hilo invisible de necesidad. Todos esperan irse sin el peso emocional con el que llegaron”, dice la crónica del joven periodista.
Leda, de 44 años, representa el grupo “Soplo de Dios Viviente”, estuvo un tiempo en la Catedral, luego en la parroquia del Sagrado Corazón y por último en la “Inmaculada Concepción”, en Pichincha.
Desde el municipio ya se habla de trasladar a Leda a los galpones de la ex Sociedad Rural rosarina para darle un espacio más amplio ante la creciente cantidad de gente que busca oírla cantar y gozar de su don.
“Cristo sana, él tiene el poder. No me vengan a buscar a mí, busquen a Cristo”, dice Leda, mientras cientos y cientos de personas, procedentes de geografías lejanas, vienen a verla.
En la ciudad de los rosariazos, otrora capital nacional del fútbol argentino y corazón del cordón industrial más importante de América del Sur después de San Pablo en los años setenta, la aparición de Leda es una señal poderosa que busca, por ahora, ayudar de manera individual.
Durante los años sesenta, hubo decenas de sacerdotes que renunciaron al seminario de la iglesia rosarina porque creían que el cristianismo estaba más allá de lo individual y era contrario a las políticas de los mercados que se imponían a través de las dictaduras en América del Sur. Eran los tiempos del Movimiento de los Sacerdotes por el Tercer Mundo, donde se buscaba la construcción del reino de Dios a partir de la transformación social y una realidad con justicia y equidad. Donde los milagros que se buscaban no eran personales si no colectivos.
Ahora Leda, como en su momento el Padre Ignacio y la propia celebración de la Virgen de San Nicolás, convocan miles de personas que no tienen un objetivo gregario, sino una desesperante y angustiante necesidad particular.
Mientras tanto crecen las ofertas por la web de los viajes para llegar a la mujer laica y en los barrios estragados por los gobiernos de facto impuestos por las organizaciones narcopoliciales, los milagros todavía no alcanzan para desterrar las muertes de las pibas y los pibes muy antes de tiempo. Pero eso no es culpa de Leda.
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