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Querida Lara. Los que tenemos mi edad, años más, años menos, te dejamos un mundo demasiado complicado. Te aseguro que luchamos mucho por cambiarlo. Quisimos, no pudimos. Es posible que no supimos. A pesar de eso, una y otra vez lo intentamos. Escribió Alfredo Grande
Por Alfredo Grande
(APe).- “No soy el insensato que se aferra /al mágico sonido de su nombre. /Pienso con esperanza en aquel hombre /que no sabrá que fui sobre la tierra. /Bajo el indiferente azul del cielo, /esta meditación es un consuelo”. ¿Cómo escribir mejor que Jorge Luis Borges? En un grupo cuando puse esta poesía alguien escribió: “¡Qué gorila era Borges!” Un reduccionismo tan elemental que no pude menos que sonreír. Un cielo azul indiferente. Que sólo es azul a los ojos de quien mira.
Pero tiene razón aquel que ciego fue director de la Biblioteca Nacional. Toda meditación es un consuelo. Y aunque no pueda precisar, quizá ni siquiera compartir, consuelo de qué, esta Carta para Lara es un consuelo.
No para ella, sino para mí. Lara dentro de pocos meses cumplirá dos años. Por ahora es mi nieta más pequeña, aun no cumplió dos años. No puedo aventurar en qué momento podrá googlear Pelota de Trapo y encontrar esta carta.
Quizá sus primos, su madre, su padre se lo expliquen. Quisiera que ella lo descubriera.
Tengo 5 nietos. A todos los amo con la misma intensidad y con distintos colores. Un abuelo debe ser algo así como un padre al cuadrado. ¿Por qué entonces Lara? Porque tiene un nombre que para mí recorta parte de mi adolescencia y mi joven adultez.
Larissa Antipov (Lara) inspiró los mejores versos de Yuri Andreyevich Zhivago. La novela de Boris Pasternak, acusada de reaccionaria y prohibida durante décadas en la Unión Soviética, es una historia de amor político. Y siempre me conmovió. Quizá por eso la carta para Lara.
Todos los nietos y nietas, hijos e hijas, sabrán que también les escribo a ellos. Y quizá Lara sea la última que lo lea.
Querida Lara: Los que tenemos mi edad, años más, años menos, te dejamos un mundo demasiado complicado. Te aseguro que luchamos mucho por cambiarlo. Quisimos, no pudimos. Es posible que no supimos. A pesar de eso, una y otra vez lo intentamos.
Los enemigos siempre se infiltraron, y contaminaron grupos, asociaciones, familias, hasta fórmulas presidenciales. Algunos de los nuestros fracasaron, que es derrotarse a sí mismos. Otros fueron derrotados. Tu abuelo entre ellos. Pero de la derrota a veces se vuelve.
Yo creo que volví. Y no con la frente marchita como canta Gardel. Espero que también puedas escuchar alguna vez a Carlos Gardel. Te aseguro que cada vez canta mejor. Así que lo escucharás en su plenitud.
Mi frente no está marchita, pero mi alma está herida. Y el tiempo ya no cura las heridas. Ahora las agrava. Te contarán que amé y fui amado. Y con mi último amor no tuve hijos, pero tuve felicidad. Por algo la llamé “mi amada inmortal”. Espero que cuando leas esto, si algo no entendés, preguntá y estoy seguro de que te lo explicarán.
No pudimos dejarte un mundo mejor. Muchos niños y niñas de tu edad sufren lo que nadie debería sufrir. Y es bueno que lo sepas. Vos no sos privilegiada. Lo que pasa es que a ellos y ellas les han pisado sus derechos. Y estoy seguro de que sentirás dolor por eso. Cuando éramos jóvenes, nuestra preocupación era pasar la antorcha. Ahora nuestra preocupación es encontrar a los que puedan prenderla nuevamente.
A lo mejor te enterás de que hubo una gran marcha de antorchas. En el norte de nuestro país empezó a arder Argentina. No es consuelo, pero sí una enorme alegría. Seguramente te enterarás de cuánto tiempo esas antorchas duraron prendidas. De todos modos, espero que siempre prefieras una antorcha encendida a un aviso luminoso en la vía pública.
Quiero que sepas que tu nombre me recuerda a Larissa Antipov, el gran amor del médico y poeta Yuri Zhivago. Me gustaría que alguna vez veas esa película. Si bien tu abuelo siempre decía que muchas películas eran reaccionarias, justamente ésa no me pareció reaccionaria. Quizá la vi en otra clave que la ideológica. Lo que acepto que en mí es extraño. Pero lo extraño tambien nos habita.
Un último pedido que apenas es un último deseo. Entrá en la página de Pelota de Trapo. Hay cosas que si no las leés nunca te vas a enterar. La mayoría barre bajo la alfombra. Pocos y pocas ponen la basura sobre la alfombra para poder sacarla.
Alguna vez en la Argentina alguien dijo que el hambre es un crimen. Lo sigue siendo. Quizás puedas ayudar a que ese crimen no se cometa más. ¿Cómo saberlo? Yevgraf Zhivago, hermano de Yuri le pregunta a Tonya, la hija de Larissa y Yuri, si alguien le enseñó a tocar la balalaika. Cuando le responden que nadie le enseñó le dice: “entonces es un don”.
Para mí escribirte esta carta, que estoy seguro de que compartirás con tus primos y primas, es un don. Y de alguna manera conjuro el temor a ese olvido que seremos.
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