Las generaciones diezmadas

Por Alfredo Grande

(APe).- Siempre dije que una de las marcas de la cultura represora es utilizar la mayúscula y el singular. Por ejemplo: La Patria. El culto a lo único de toda cultura represora. Recuerdo las canciones de la guerra civil española: “dicen que la patria es un fusil y una bandera, la patria son mis hermanos que están labrando la tierra”.

En un proceso revolucionario hay siempre una patria represora y otra patria liberada. En nuestra historia reciente, el enfrentamiento mortal entre patria peronista y patria socialista. Dos concepciones de patria que Osvaldo Soriano en “No habrá más penas ni olvido”, relata cuando dos militantes se disparan simultáneamente al grito de Viva Perón.

Una curiosidad es que diezmada no tiene sustantivo propio. Masacrada tiene masacre.  Exterminado tiene exterminio.  Diezmada no tiene sustantivo.  Y sin sustantivo, no hay cosa. Creo que se adjetivó como “diezmada” porque al no haber sustantivo, el sujeto del acto de diezmar queda oculto. Se le pondrán diversos nombres. Pero la responsabilidad institucional y política sigue oculta. No es un tema de civiles y militares. Es un tema de concepciones políticas y entramados institucionales. Tampoco es un tema de ocasionales funcionarios, más allá de que funcionen o no.

La matriz del saqueo no empezó con la dictadura militar ni tampoco terminó con la democracia. Y el saqueo es una política activa y pública que es tan estructural como dicen que es la pobreza. Hay muchas generaciones diezmadas y muchas generaciones saqueadas. Y el principal saqueo es el saqueo ideológico y político. La revolución fue saqueada y su lastre improductivo se llama gestión.

La contaminación de tierras, aguas y aire es también la marca del saqueo. Generaciones que fueron saqueadas de la alegría, de la salud, de la educación, de la vivienda, de la alimentación. Ojalá fuera una sola generación. Las generaciones masacradas lo fueron luchando contra todo lo que hoy pretende y seguramente logre seguir en el gobierno y gerenciar el poder.

En las generaciones diezmadas y masacradas, tenemos varias generaciones de niños, niñas y adolescentes. El punitivismo pretende castigar aquello que propicia. Y todo se reduce a un código penal, cuyo único objetivo es re victimizar a las víctimas. Mientras los victimarios gozan de impunidad cultural, judicial y política. Utilizar las resonancias afectivas al apelar a la generación diezmada, para dirimir cuestiones de internas partidarias, es otra forma de negociar tanta sangre derramada.

No sé si todo pasado fue mejor.  Pero estoy seguro de que algunos pasados fueron mucho más dignos que estos presentes.