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Las historietas enseñan que la ciencia no es objetiva y que el conocimiento como propiedad de la humanidad termina siendo el deseo de un mundo distinto. En este lugar de saqueo y resistencia permanentes, una investigadora quería decirle al pueblo que los agroquímicos enferman y matan. Pero el INTA la censuró.
Por Carlos del Frade
(APe).- Las historietas, ese maravilloso género literario, enseñan desde hace décadas que la ciencia no es objetiva y que el conocimiento como propiedad de la humanidad termina siendo el deseo de un mundo distinto, mejor, con solidaridad y fraternidad.
Las historietas enseñan, en definitiva, que los conocimientos que afectan los negocios de las grandes empresas son difíciles de difundir y divulgar.
La mayoría de los llamados superhéroes están entrampados en las tribulaciones entre el capital y el conocimiento como símbolo de una conciencia planetaria que vaya más allá del dinero.
En la Argentina semicolonial del tercer milenio, mientras el Paraná, el litio, el agua, el petróleo, los peces, el gas, los demás minerales, la tierra y los árboles parecen ser bienes comunes que esperan ser devorados por las multinacionales; en este lugar de saqueo permanente y resistencia también permanente, una investigadora quería decirle al pueblo que los agroquímicos enferman y matan.
Y no fueron las grandes multinacionales las censoras si no un organismo estatal, nada menos que el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.
Pensar que en los años sesenta y setenta el INTA promovía la reforma agraria y la explotación racional y diversificada de la tierra.
Virginia Aparicio relevó en 2021 que había agrotóxicos en orina, sangre y materia fecal de personas y en el aire del lugar en el que residen en distintos lugares de la provincia de Buenos Aires siempre fumigados desde hace, por lo menos, treinta años.
El miércoles 21 de junio de 2023, el director nacional del Inta, Carlos Alberto Parera, le envió una nota a la investigadora de la institución -ingeniera Agrónoma, doctora en Ciencias Agrarias e investigadora del Conicet- que pretendía informar a la comunidad sobre sus hallazgos y a la vez, advertir sobre el peligro al que están expuestos los habitantes de los pueblos fumigados.
En la nota se instruyó a Aparicio a suspender el anuncio público de los resultados del proyecto internacional “Transición Sostenible de Protección Vegetal: Un Enfoque de Salud Global (SPRINT)”, que se llevaría a cabo ese día.
En un documento firmado por cientos de representantes de diversas organizaciones y particulares se interpretó la actitud del funcionario máximo del Inta como “un acto de censura y persecución” sin explicaciones.
“Repudiamos enérgicamente el proceder del director del Inta, quien tomó la decisión de censurar a la investigadora, Virginia Aparicio”, resaltaron y argumentaron que “el relevamiento biológico humano que motiva el proceder censor del Inta comprendió la búsqueda de agrotóxicos en personas que habitan en pueblos fumigados de la provincia de Buenos Aires”.
El muestreo fue realizado durante la primavera de 2021 y forma parte del proyecto Sprint (Transición Sostenible de Protección Vegetal: Un Enfoque de Salud Global) financiado por el programa de investigación e innovación Horizonte 2020 de la UE. Del proyecto Sprint participa un grupo de institutos de investigación de 10 países europeos y Argentina, con la intervención del Inta.
En mayo último, los participantes de Argentina tomaron conocimiento de los resultados que preocuparon sobremanera debido a que se detectaron y cuantificaron decenas de agrotóxicos en los cuerpos humanos, tanto en sangre, como en orina y materia fecal, así como en el aire que se respira en los pueblos fumigados.
Los análisis se realizaron en personas que residen en localidades de Buenos Aires con actividad agraria cercana a las plantas urbanas. Además de la toma de muestras se aplicó a cada sujeto que participó de la experiencia una pulsera por el término de una semana que permite captar las sustancias existentes en el aire que respiran en el lugar que habitan. Esas muestras fueron analizadas en las universidades de Wageningen y Stichting Katholieke Universiteit, en Países Bajos.
El procedimiento del muestreo realizado en la Argentina contó una aprobación del Comité Bioética de Ética de la Investigación del Programa Temático Interdisciplinario en Bioética (PTIB) dependiente de la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Además, el protocolo del muestreo fue revisado por pares y publicado en una revista científica. “Esto no deja nada por discutir. Lo objetable y repudiable es la censura y persecución del director del Inta”, enfatizaron.
En la Argentina semicolonial del tercer milenio, como anticiparon desde hace décadas las historietas, los intereses empresariales a través de instituciones también al servicio de esos capitales quieren imponerse a la ciencia y la verdad. Lo que no saben es que siempre habrá resistencia y que la porfiada insistencia por una humanidad mejor continuará… como las historietas.
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