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La muerte de un inocente
El asesinato del músico es un descenso más en la metáfora del infierno del Dante. La definición más escuchada y leída es que “Jimi” fue “levantado al voleo”. Alguien o algunos decidieron matar un inocente para dejar el mensaje y que no haya confusiones.
Por Carlos Del Frade
(APe).- El miércoles primero de febrero Lorenzo Altamirano fue bajado a los empujones de un Renault Sandero robado y luego asesinado con tres disparos frente a la puerta 6 de la cancha de Newell´s, en el Parque Independencia, en Rosario.
En esa misma noche, un patrullero parado frente a la subcomisaría 26 de Villa Gobernador Gálvez donde también aparecía un mensaje con iguales características que el que llevaba entre sus ropas el muchacho asesinado: “Escobar, Vinardi y Gerardo Gómez… dejen se sacar chicos del club para tirar tiros en Rosario”.
Lorenzo “Jimi” Altamirano tenía 29 años, era músico punk, malabarista y artista callejero y no tenía ninguna conexión ni con la barra de Ñuls ni con “Los Monos”.
Aquel miércoles dejó su grupo de amigos después de ensayar en la zona de Oroño y Gálvez y se quedó con la cantante de la banda hasta las diez de la noche.
-No entiendo nada. Tengo mucha bronca,mi hijo no tenía nada que ver con nada de ninguna barra de fútbol – le dijo Daniel, el padre de Jimi al periodista Rodrigo Miró.
Del otro lado quedan los nombres del mensaje: Escobar y Vinardi, coinciden las fuentes judiciales, son personas allegadas a Guille Cantero, uno de los principales referentes de la fragmentada pero todavía poderosa banda de “Los Monos”.
Nadie se quiere acostumbrar a los asesinatos en la ex ciudad obrera a pesar de su tremebunda repetición.
El tejido de la comunidad sigue palpitando y respirando la identidad trabajadora, hecho que se manifiesta que en miles y miles salen todos los días a pelearle al fin de mes a través del trabajo honesto. Ese corazón rosarino y la insistencia de su gente, hacen que la geografía estragada por dos de los principales negocios mafiosos del capitalismo como son el narcotráfico y el contrabando de armas, continúe siendo un lugar único en el cosmos.
Pero el asesinato de Lorenzo parece haber marcado un descenso más en la metáfora del infierno del Dante.
La definición más escuchada y leída es que “Jimi” fue “levantado al voleo”. Alguien o algunos decidieron matar un inocente para dejar el mensaje y que no haya confusiones.
Semejante concepto ennegrece aún más el panorama.
Secuestrar a un inocente para matarlo es una acción terrorista. Una acción destinada a meter miedo en los supuestos receptores directos pero mucho más aún en los indirectos, en la comunidad en general de Rosario.
Estas ideas generarán, en las próximas horas, más reclamos de mano dura, intervención militar y otras tantas fracasadas experiencias ya probadas en América del Sur, siempre atravesada por las imposiciones de la DEA y el imperio. Estas secuencias generaron 800 mil víctimas civiles en Colombia, 300 mil en México y otras 40 mil en Brasil.
Quizás por estas marcas históricas latinoamericanas no se hable de terrorismo y sea preferible sostener aquello de una víctima al boleo.
El descenso a los círculos del infierno del Dante, por lo menos para este cronista, tuvo su origen en una orden dada desde el interior de una cárcel santafesina cuando un joven jefe de una banda narco ordenó tirar contra inocentes y especialmente contra cuerpos de bebés. Eso era 2018.
Ahora, cinco años después, el cuerpo acribillado de Jimi frente a la cancha de Ñuls anuncia el comienzo de algo pesado, denso y que obliga a los grandes partidos políticos a dejar de lado del perverso juego de tirarse los muertos entre sí para ganar las elecciones de mañana.
Fotos: Rosario 3 y Versión Rosario
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