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El patriarcado no tiene género. Hoy queda penosamente probado. Lo patriarcal sigue habitando en todos los géneros. Negarlo será nefasto para todos los géneros. Los asesinatos de Lucio son un analizador desgarrador de las múltiples impunidades.
Por Alfredo Grande
(APe).- Una semana después de la publicación de la primera parte de este artículo, se conoció el veredicto por el asesinato de Lucio Dupuy. Diría los asesinatos, porque fue asesinado durante años. Asesinar no es solamente terminar con la vida de una persona, sino terminar con la dignidad, la alegría, el presente y el futuro de una persona. Asesinar puede ser un proyecto de corto, mediano o largo plazo.
Por supuesto, están las ejecutoras materiales del asesinato. Son juzgadas. De distintas formas, incluso las legales. Pero es sabido que hay autores intelectuales, que a veces son clasificados como copartícipes necesarios. Cuando Ramón Valdez Cora asesina al senador electo Enzo Bordabehere, Lisando de la Torre, el fiscal de la República, clamaba por descubrir a los autores intelectuales y políticos. Esos siempre tienen el goce de la impunidad. Que no es solamente jurídica, en todo caso la menos importante, sino la impunidad política. Es la impunidad que es transversal a casi todos los partidos políticos y a todos los que disfrutaron de las mieles del gobierno y no pocas veces del poder.
Los asesinatos de Lucio son un analizador desgarrador de las múltiples impunidades. Funcionarios de las diversas instancias gubernamentales que hacen buches con los niños y niñas como sujetos de derecho, y luego escupen en todas las medidas concretas para esos derechos no sean salmodias abstractas.
Profesionales y trabajadores de la salud, de la educación, de espacios vecinales, que ven sin mirar y practican, aun sin saberlo, el credo cobarde del “de esto no se habla”. La cultura represora se despega de todos los indicadores preventivos, y se organiza lo que desde el programa radial Sueños Posibles que conduzco con Irene Antinori, llamamos “la lógica Cromañon”. Ausencia absoluta de angustia señal, que anticipa el peligro y dominio de la angustia automática, siempre después del desastre y la masacre. Porque Lucio fue masacrado. Y no solamente por la madre y por su pareja.
El punitivismo es un recorte inquisitorial de la complejidad de la crueldad. Porque Lucio no fue objeto de violencia. Fue objeto de crueldad. Que es la planificación sistemática del sufrimiento. Y vaya si Lucio sufrió. Y lo más desgarrador es saber, aunque con ese saber poco y a veces nada podemos hacer, es que niños y niñas en situaciones similares, incluso peores, abundan.
No creo en el punitivismo como única razón de justicia. Pero si creo que, si la verdad nos hará libres, el pensamiento crítico nos hará ampliar esa libertad hasta que los fundamentos de la cultura represora sean demolidos. No por Lucio, que también, sino por los que pueden tener destinos iguales o peores.
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Fundación Pelota de Trapo nació hace décadas para abrigar de las múltiples intemperies a niñas y niños atravesados por diferentes historias de vulnerabilidad social.
Agencia Pelota de Trapo instala su palabra en una sociedad asimétrica, inequitativa, que dejó atrás a la mayoría de nuestros niños y donde los derechos inalienables de la persona humana solo se cumplen para unos pocos elegidos por la suerte