Desde el comedor Trencito de Vida en la villa 21-24 de Barracas

La decisión de Gregoria

En su último informe el INDEC confirmó que un 36,5% de personas están en la línea de la pobreza y un total de 8,8% son indigentes. Asimismo, el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (ISEPCi) registró un incremento del 5,4% en alimentos durante septiembre. ¿Cómo resisten los comedores comunitarios en estas condiciones?

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Por Facundo Lo Duca

(APe).- Es un lunes de septiembre y Gregoria Segovia, fundadora del comedor Trencito de Vida en la villa 21-24 de Barracas, tiene que tomar una decisión crucial en la cocina. Sus compañeras la miran en silencio. Las 255 raciones que prepara todos los días con la mercadería que le envía el Gobierno de la Ciudad no alcanzan. Cada vez más personas se acercan a pedir un plato de comida.

Si Gregoria agrega más agua a la olla ─alta y profunda─, obtiene más raciones, pero los nutrientes de los alimentos se perderán en la ebullición. Las marcas alternativas que le llegan de leche o fideos bajaron considerablemente su calidad. La llama azul en la hornalla parpadea, el murmullo de las burbujas avisa que es hora de tomar una decisión: las garrafas de gas no se pueden desperdiciar.  

Gregoria, cuchara en mano.

─No, no agreguemos más agua. Así está bien ─dice Gregoria.

Sus compañeras la miran. Cuando las porciones se terminen, y todavía haya alguien con el estómago rugiendo, Gregoria se lamentará. Hace 30 años que lo hace, cuando llegó del Paraguay y fundó el comedor, y aprendió que en la batalla contra el hambre hay decisiones que no le gustarán.

Los chicos necesitan nutrientes ─dirá frente al resto─. A cocinar, chicas.

Las últimas cifras del INDEC confirmaron que un 36,5% de las personas están en la línea de la pobreza y un total de 8,8% son indigentes. Este último componente creció durante el último período respecto al segundo semestre de 2021, que registró un 8,2%. Los resultados se desprendieron de un análisis de 31 aglomerados urbanos en el primer semestre del 2022. Asimismo, el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (ISEPCi) registró un incremento del 5,4% en alimentos durante septiembre. Es decir, la pobreza creció a la par de la inflación. Esto impacta directamente en las familias con más carencias. Y Gregoria lo sabe.

─Es duro y no damos abasto. Acá se cocina desde la seis de la mañana hasta la seis de la tarde. Le tengo que explicar a las personas que tenemos ciertos cupos y no podemos darles a todos. Cada vez vienen más familias.

La fundadora del comedor aún no se recupera de lo que pasó en el mes de agosto, cuando una nena de once años que asistía al comedor junto a su familia falleció a causa de, entre otras cosas, una desnutrición arrastrada de hace años.

─Era calladita. Se sentaba siempre en la misma silla. Esa ─cuenta Gregoria─. Nos pusimos muy tristes cuando nos enteramos. La conocimos desde pequeña en el barrio. A ella y su familia. Para nosotras es una derrota que una niña muera así.

La comunidad docente de la escuela de Barracas a donde iba la niña explicó que ella presentaba una clara vulnerabilidad de derechos debido a la precaria condición social en el que vivía. Por eso desde 2017, cuando comenzó Primer Grado, se pidió la intervención del Equipo de Orientación Escolar (EOE), una instancia de asistencia para estudiantes primarios que padecen diferentes dificultades.

Durante 2018 y 2019, señalaron los docentes, se presentó un certificado médico que indicaba que la niña, dado su peso, necesitaba de un refuerzo hipercalórico de vianda escolar. No se le otorgó. Recién en 2020, se solicitó la intervención a la Defensoría zonal de la ciudad. Esa solicitud se reiteró en 2021 y se actualizó en 2022, pero hasta el momento a la escuela nunca se le informó si hubo alguna intervención de dicho organismo.

Villa 21-24 Foto Maxi Failla

Las cifras en la capital del país son alarmantes. Más de la mitad de los pobres de la Ciudad de Buenos Aires son niños, niñas y jóvenes que tienen menos de 29 años, según datos de la Dirección de Estadísticas y Censos del distrito del año 2020. Esto equivale a 410.000 personas, es decir, el 54,2% de los 767 mil pobres. Los más afectados por esta realidad son los menores de 14 años, que representan el 37,7% o, dicho de otra manera, 4 de cada 10 chicos y chicas.

─Muchos chicos de la villa casi que se criaron en el comedor ─retoma Gregoria─. Por eso cuando no los vemos más, nos preocupa. Pedimos al Gobierno que vengan nutricionistas para que examinen a todos y les hagan un seguimiento, pero nunca nos mandan.

La mercadería que recibe por parte del Estado, sostiene la referente del comedor, también es poca y variable. Dependiendo del mes recibe más zanahorias que otra verdura. O menos frutas y más postres en polvo. Por si fuera poco, la calidad y el gusto, dice, “bajó muchísimo”.

─Hay postres que nos mandan en polvo que son incomibles. La gente lo rechaza. Tenemos que ponernos creativas. Por suerte las chicas acá tienen buena mano.

De vuelta a la cocina, Gregoria sostiene un cucharón gastado y lo hunde en la olla humeante: hay un guiso de lentejas que está listo. A partir de las 12 del mediodía, los vecinos se agolparán afuera. Cada vianda entregada, dirá ella, es un día ganado.

─Ponemos el cuerpo y lo hacemos con placer. Nos gustaría tener un reconocimiento mayor por el Estado y más asistencia para los chicos ─dice Gregoria y levanta el cucharón en el aire, como si fuera un sable. Como si la batalla volviera a empezar.


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