Del abuso sexual del niño al abuso político del adulto (I)

El abuso sexual y el abuso político son lógicas diferentes y absolutamente complementarias. No casualmente la sexualidad y la política son el origen de la humanidad, escribe Alfredo Grande. Un análisis a fondo acerca de ese dispositivo de coerción denominado abuso.
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Por Alfredo Grande

(APe).- El objetivo de este texto es intentar precisar conceptual y políticamente el dispositivo de coerción que denominamos abuso. La matriz jerárquica del abuso debe ser evidenciada. Para lo cual algunas precisiones son necesarias:

  • La jerarquía es una matriz vertical donde el vértice tiene el monopolio del poder y donde las bases carecen de todo derecho. Fundamentalmente a cuestionar la matriz vertical. Toda jerarquía es subjetiva y, por ende, política. El origen de toda jerarquía es la familia. Dispositivo jerárquico más allá de sus caretas democratoides. Por eso el mantra de “honrar a tu padre y a tu madre”. Lo que se inocula es “honrar la jerarquía”.
  • Asimetría es una matriz donde existen rangos y tareas diferenciados. Es lo opuesto a la jerarquía donde rige: “el que sabe, sabe. Y el que no sabe, es Jefe”. Cualquier dispositivo de educación, incluso popular, es asimétrico. Quizá una palabra útil sea “referente”, porque da cuenta de la asimetría, pero no entroniza una jerarquía/ dinastía. Obviamente, o quizá no tan obvio, la asimetría de origen puede dar paso a una jerarquía de destino. Por eso es fundante establecer el origen. Un grupo cooperativo es asimétrico. Muchas cooperativas colapsan por dos riesgos: el pasaje a la jerarquía o el devenir asambleario estéril.
  • El abuso es el destino necesario de la matriz jerárquica. Obviamente, o quizá no tan obvio, hay diferentes lógicas abusivas. En el mejor de los casos, se sancionan algunas para naturalizar otras. Es necesario remarcar que estamos en un momento donde el abuso se ha hecho digital. Y el pasaje de lo analógico a lo digital implica, a mi criterio, una restauración conservadora a escala piramidal y planetaria. Y no es tema de distribución de la riqueza, sino de arbitrar mecanismos que impidan acumularla. Impedir acumularla: lógica de la prevención. Intentar distribuirla: lógica de la resignación.
  • Cuando insistimos en el origen, es una forma de intentar descifrar lo fundante. Todo origen es fundante, aunque todo lo fundante necesariamente no es originario. Lo fundante de la lógica capitalista es el lucro. Que NO es originario. Obviamente, o quizá no tan obvio, para cualquier jerarquía es necesario que lo fundante sea también originario. El viejo truco de la “tradición, la familia y la propiedad”. Sin aclarar que la propiedad es individual. Ya que la propiedad colectiva no permite construir jerarquías. Y cuando la construye, es porque previamente esa propiedad de colectiva mutó a individual.

El abuso sexual y el abuso político son lógicas diferentes y absolutamente complementarias. No casualmente la sexualidad y la política son el origen de la humanidad. Y las jerarquías han tratado y lamentablemente han conseguido, el monopolio de la sexualidad y de la política. Por eso abusan de la sexualidad y de la política, manteniendo la idea de pecado y de representación.

La batalla cultural también es contra todas las formas de abuso. Obviamente, quizá no tan obvio, contra la multiplicidad de abusos naturalizados. El hambre, que es un crimen, como enunció y denunció el Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo que comenzó en 1987. Impulsado por instituciones como el Hogar Pelota de Trapo y el Hogar de la Madre Tres Veces Admirable, con el objetivo de defender los derechos de los niños en situación de riesgo y abandono. En 1988, se realizó el Primer Congreso de los Chicos de la Calle con la CGT, bajo el lema “Ellos son nuestros hijos”. El hambre sigue siendo un crimen, pero conviene agregar que un crimen impune de toda impunidad.

Nuestra batalla cultural es también la batalla contra todas las formas de abuso.

Imagen de apertura: “Munda y desnuda. La libertad contra la opresión”, Roberto Matta.


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