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Por Alfredo Grande
(APe).- Masacre de Cromañón. Incendio taller clandestino en la calle Luis Viale. Marcha Nacional contra el gatillo fácil. Un solo hilo conductor: la impunidad que es garantía de las masacres que están por venir. Si la cultura represora necesita para sostenerse la represión, también necesita la impunidad. Que es jurídica, pero no solamente. Es una trampa letal pensar a la impunidad solamente como la denegación de justicia. Es eso, pero es mucho más que eso.
Cuando el “apto todo servicio” ex jefe de senadores de la bancada del Frente para la Victoria, candidato a vicepresidente de la derecha canalla, rinde homenaje al general Roca y hace un revisionismo histórico con la mirada del vencedor, es la forma más refinada de impunidad. Supongo que si se aprueba la ley contra el negacionismo, que espero incluya a quienes siguen negando los asesinatos de la que fuera la Alianza Anticomunista Argentina (triple A), el aprendiz de fascista será condenado por la negación del genocidio que implicó la autodenominada Campaña del Desierto.
Es claro que la historia la escriben los que vencen. El tema es que la escriben para construir impunidad. O sea: anular toda instancia crítica sobre los hechos y los dichos. Es lamentable que no pocas veces esa impunidad la construyen también los vencidos. Con lo cual todo pensamiento crítico queda anulado. Los vencedores idealizan sus victorias. Los vencidos idealizan sus derrotas.
El pensamiento único, absolutamente binario, maniqueo, se impone. Odio dar ejemplos, pero como sostengo la fuerza revolucionaria del odio, voy a dar ejemplos. Todo intento de pensamiento crítico al peronismo, deviene acusación de ser gorila, trosco o ambas cosas. Lo que no deja de ser curioso, ya que la izquierda peronista tuvo el coraje de ejercer pensamientos y acciones críticas incluso frente al general. Incluyendo la inolvidable consigna. “que pasa general que está lleno de gorilas el gobierno popular”.
Una vez leí un texto donde explicaba por qué en Israel era muy difícil establecer los parámetros de la identidad judía. Con la identidad “gorila” pasa algo similar. Quien tenga el poder de establecer quién es gorila y quién no, también tendrá la impunidad para neutralizar, eliminar, destruir a los gorilas. Y esto tuvo su vertiente más siniestra otra masacre, quizá olvidada, que fue la masacre de Ezeiza. La autodenominada revolución libertadora tuvo la impunidad no solamente de proscribir al partido peronista, sino de prohibir el uso de la palabra Perón.
En esos tiempos, la prensa obsecuente escribía: “el tirano prófugo”. Obviamente, cualquier cuestionamiento a la Libertadora terminaba en fusilamientos. Rodolfo Walsh escribió Operación Masacre para no dejar impune tanto asesinato. La impunidad es un privilegio del poder. La justicia es un derecho de los que poder no tienen. Obviamente privilegio mata derecho. Si la impunidad es olvido, entonces la memoria histórica será la única forma de garantizar lo justo. De lo contrario, no solo el desierto será conquistado, sino también será conquistado nuestro cerebro. Recordemos la advertencia de Marx: “el peso de las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos”. Obviamente no se refiere al cerebro con el mismo sentido del pre candidato de los des manes. Cerebro es subjetividad. Y son nuestras subjetividades conquistadas las que logran que la impunidad sea tan fácil. Los ciudadanos son considerados por nuestra clase política como incapaces. Incluso incapaces de conservar memoria histórica.
En un paralelo letal el Código Civil y Comercial establece: el Art. 100 del CCyCN establece que las personas incapaces ejercen, por medio de sus representantes, los derechos que no pueden ejercer por sí mismos. Recordamos que estos incapaces a los que refiere el precepto son única y exclusivamente los incapaces de obrar o de hecho, quienes no podrán obrar por sí mismos, pero sí a través del instituto de la representación. La representación es necesaria, pues no puede faltar; es legal, pues se impone con prescindencia de la voluntad del representado; y es conjunta, pues se complementa con la actuación del Ministerio Público.
A falta de pan, buenas son leyes. El pueblo es incapaz y por lo tanto tenemos el instituto de la representación. La impunidad de nuestros representantes también es fácil. Entonces el primer tramo es que la impunidad sea cada vez más difícil, hasta que alguna vez, sea totalmente imposible. ¿Venceremos?
Edición: 4379
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