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Por Carlos del Frade
(APe).- -El penal de Piñero es un gallinero que no está preparado para cuidar leones – dijo el ministro de Gobierno, Justicia y Derechos Humanos de la provincia de Santa Fe, Roberto Sukerman, en relación a la fuga de ocho detenidos producida el domingo 27 de junio, a pocos kilómetros de la ciudad de Rosario. Una semana después quedaban solamente cuatro personas como prófugas y buscadas internacionalmente.
Los leones a los que se refería del ministro son los que aparecen como líderes de bandas narcopoliciales que desde el vienes 2 de julio fueron trasladados a Capital Federal para alejarlos de las calles donde crecieron económicamente y en las que siguen imponiendo su ferocidad desde el interior de sus celdas. Los presos trasladados, los “leones” según el decir del funcionario, son Esteban Lindor Alvarado, Brandon Bay, Julio Rodríguez Granthon, Joel Pucheta y los hermanos Alan y Lautaro Funes.
Sukerman agregó que “la fuga del domingo marca un antes y un después en la historia penitenciaria de la provincia, pero inspectores del INVAP (Investigaciones Aplicadas) están trabajando hace un mes para adaptar Piñero a sus verdaderas necesidades con la instalación de escaners en los ingresos de las visitas, los sistemas de cámaras de videovigilancias internas y externas, inhibidores de señales del siglo XXI, sistemas de monitoreos no sólo internos sino también remotos y así tener una cárcel de verdad”, sostuvo.
El único muerto en medio de una feroz balacera entre celadores y la banda que posibilitó la fuga de los ocho, se llama Walter Ezequiel Soraire, de solamente veintinueve años, calificado por las familias vecinas de su barrio como un perejil.
Les dijeron a los medios de comunicación que trabajaba de cartonero y a veces vendía frutas y verduras puerta a puerta.
-Ni siquiera andaba haciendo bardo. Era un pibe tranquilo, que salía a vender frutas y verduras o a cartonear. Pero después con esa plata se drogaba y se perdía. No llevaba nunca armas, ni sabía tirar, si te robaba algo era para comprar merca, pero no robaba más. Trabajaba y vivía con la madre y el hermanito, que es discapacitado. El nene está destrozado igual que la familia que no entiende qué pasó, cómo llegó a estar en ese lugar – dice un vecino de Walter.
El muchacho fue el que cortó el alambrado perimetral del penal de Piñero con una amoladora portátil y al estar tan expuesto recibió el balazo que le arrancó la vida y el cariño de una familia que hizo muchas cosas para que no fuera un consumidor consumido.
Los integrantes del Servicio Penitenciario que estuvieron en el tiroteo también contaron su drama: “Tuve miedo. No nos mataron de milagro, estaban decididos a todo…”, sostuvo un guardia. Otro afirmó que escuchó detonaciones, pensó que “era un pabellón que no se quería cerrar. Me levanto a ver qué pasa y cuando me doy vuelta para el lado izquierdo veo a tres personas encapuchadas y armadas corriendo hacia mi sector…me empezaron a tirar piedras los internos que estaban en el pabellón 14 para impedir que saliera. Tomo la pistola 9 milímetros y realizo un disparo desde adentro. Entonces sentí los tiros que pegaban en el suelo de la garita, ya estaban debajo”, dijo otro de los guardiacárceles.
No tienen comunicación entre ellos por los inhibidores de señales y muchas escopetas fallaron, se trabaron y hasta un chaleco antibala se rompió en medio de la refriega. Les llamó la atención, en forma paralela, que los presos tenían más armas que cuando aparecieron los liberadores.
La fuga de Piñero, una vez más, muestra la postal de una sociedad fragmentada, donde los “leones” conviven con gallinas y perejiles, según la gráfica descripción que usó el ministro de Gobierno de la segunda provincia más importante de la Argentina.
Una convivencia que, en realidad, muestra la imposición de los más fuertes que siempre parecen tener más complicidad de parte de los nichos corruptos del estado que la ayuda que se le puede dar a los más débiles, a las gallinas y los perejiles.
Walter no era un león, apenas un consumidor consumido más que murió en el altar del dios dinero, el verdadero domador de leones, su único patrón.
Edición: 4349
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