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Por Claudia Rafael
(APe).- Esa exacta escena es el faro. Del que tanta muerte presente, tanta crueldad, los mismos rostros y las mismas voces buscan denodadamente arrancarnos. Esa mano en alto intentando frenar la muerte representa la luna de junio, luminosa, que cae sobre la estación que lleva sus nombres a la victoria.
Ellos están ahí.
Con la mirada en el horizonte que cobija las utopías que hoy no aparecen en la escenografía pandémica que aleja los brazos y expulsa los abrazos. Eternamente ahí. Con su sangre joven que se niega a derramarse vanamente en las manos de los mismos encarnizados e implacables.
Están ahí.
Rodeados de las cenizas de un tiempo que los dejó desnudos y solos, para ser rescatados eternamente desde la memoria. Una y otra vez junio vuelve como una bofetada a la inequidad.
Indefinidamente ahí.
Como un mazazo feroz a la salida individual. Esa escena es el faro para una condición humana desorientada. Darío toma la mano de Maxi y con la otra, levanta con su piel y sus venas una muralla para los cruentos a sabiendas de la muerte agazapada entre los uniformes. Con la conciencia exacta de la sangre por venir. Como ríos inflamados de ferocidad.
Y siguen ahí.
Oteando un nuevo mundo a construir desde las cenizas de un país de desigualdades férreas amasadas con la savia y la sangre de los olvidados. A pesar de los tiempos y de este tiempo, junio sigue conduciendo como siempre a ese mismo faro.
Flanqueados por el villerío y las casas ocupadas, por el olor rancio de ese riachuelo que históricamente cruzaron los desarrapados, por el humo ausente de fábricas que ya no son, por el traqueteo de un tren hacinado sus nombres son. Siguen siendo. Lo serán por los tiempos de todos los tiempos. Porque iconizan la luminaria de la condición humana en una mano que se alza, como en una película que se proyecta cada uno de los segundos de todas las horas. Aún en estos tiempos de olvidos pandémicos donde parece no haber faros ellos están ahí. Con los brazos y los abrazos que señalan horizontes y la luz de un tiempo que rediseñe la historia.
Edición: 4344
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