¿Quosque tándem abutere, Berni, patientia nostra?

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Por Alfredo Grande

(APe).- ¿Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia? Estas palabras fueron pronunciadas delante del Senado romano el 8 de noviembre de 63 a.C. Allí fue cuando Cicerón dio a conocer la conjura que preparaba Catilina para hacerse con el poder absoluto. De esta manera, la conspiración fue descubierta a tiempo y los conjurados huyeron de la ciudad, para ser derrotados al año siguiente. Eran otros tiempos. Había reacciones contra la aspiración del poder absoluta. O sea: del Poder. Porque en tanto no sea absoluto, el único anhelo de los poderes es intentar absolutizarse.

Desde la afirmación paranoica de “El Estado soy Yo” atribuida a Luis XIV, la costumbre se ha generalizado La democracia soy Yo. La seguridad soy Yo. La salud pública soy Yo. La felicidad del pueblo soy Yo. La economía soy Yo. El Partido soy Yo. Una expresión descremada de esta concepción es: “Argentina Unida. Argentina Presidencia”.

La Presidencia es un eufemismo para referirse al Presidente de la Nación. Y sostiene una de las paradojas del orden democrático. La apelación a la sociedad civil, a la participación ciudadana, al protagonismo popular y, simultáneamente, concentrar el Poder que tiende a lo absoluto en alguno de los Yo de turno.

La estrategia fundante de la cultura represora es establecer dos afirmaciones incompatibles en forma simultánea. Y tener que aceptarlas con nula capacidad de cuestionamiento.

Algunos llaman a esto tragarse sapos. Un ejemplo paradigmático es: subordinación y valor. No hay valor alguno en subordinarse y,si hay valor, no te subordinás. Toda subordinación, que apenas es otro de los nombres del sometimiento consentido, tiene como efecto el aplanamiento de la capacidad de pensar. Cierto consignismo berreta logra eso. La lógica de toda guerra de exterminio se basa en eso.
Recuerdo cuando para referirse a la ideología marxista, se la rotulaba como “trapo rojo”.

Ayer Pichetto señalaba el origen marxista del gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Obviamente, no era un elogio. “Cristo Vence”. De libre pensadores que somos por construcción de cultura no represora, pasamos a ser libre-repetidores. No sabemos qué significa lo que decimos, pero lo decimos cada vez más eufóricos. “Es un sentimiento, no puedo parar”. Habría que agregar que es un sentimiento que no admite sentimientos en contrario. O sea: sentimiento absoluto. El sentimiento único soy Yo.

Cada vez que para problemas complejos se propones únicas soluciones, sugiero sospechar una maniobra para construir poder absoluto. Otra de las formas de “solución final”. Lo absoluto es el anticipo del exterminio. Desde los campos de concentración a los campos de dispersión. La muerte concentrada en los corrales del horror, y la muerte dispersada en las fumigaciones de veneno y el envenenamiento de tierras, aguas y aires.

El modernismo y la profecía del progreso permanente, también fue una fábrica de consignismos berretas. Desde el aceite de ballena, el petróleo, la energía nuclear, todas implicaron catástrofes socio ambientales. Pero el progreso soy Yo.

En la Argentina el mejor ejemplo es el desarrollismo, que colapsó con el tema de los contratos con las empresas petroleras. A la hipertrofia del Yo en política alguna vez se lo llamó “culto a la personalidad”. Lo más opuesto al protagonismo de las masas trabajadoras y populares.

La movilización popular del 17 de octubre construyó a Perón.

La Revolución Cubana construyó al Che. El culto a la personalidad, la idealización del Yo, es lo más opuesto a una política de masas. Quizá esa es la diferencia entre “populismo” y “popular”. Un gobierno popular debe consagrar el plebiscito vinculante para todos los temas que hacen al interés y al deseo de todas y todos. Sin embargo (Guzmán/Fernandez) decidieron que la negociación de los pagos de la estafa (deuda) externa soy Yo.

O sea: el Poder sostenido en el voto. Nosotros con la ñata contra el vidrio y las manos en el bolsillo. Poniendo está la gansa y el ganso. Lo digo, pero no por última vez. Pagar sin analizar lo que se denomina “deuda odiosa”, que no es otra cosa que la estafa impune e inmune, es traición a la patria. Obviamente, la patria de los trabajadores y de las trabajadoras. Y es una victoria de la patria de los fugadores seriales, estafadores, empresarios corruptos, financistas piratas.

Seguirá habiendo nazismo sin Hitler, menemismo sin Menem (aunque se case y siga siendo senador vitalicio momificado), macrismo sin Macri. Pero el paso previo es la idealización y construcción del absoluto poder. Paradigma la tiranía, pero no solamente.

Cuando el ministerio de seguridad de la provincia de Buenos Aires dice que su Jefa es Cristina Fernandez, está invirtiendo el origen y el destino del poder popular. Porque en todo caso el “Jefe” es el gobernador, al que Pichetto lo acusó de marxista. Y los verdaderos “Jefes y Jefas” somos nosotres. Pero es una verdad perdida. Como hemos sepultado en nuestro inconsciente más profundo que somos desterrados.

Los originarios, las comunidades indígenas, sostienen la convicción de la tierra como realidad tangible. Luchan por ella. Son asesinados, masacrados, torturados, desaparecidos. En toda nuestra América. Pero siguen sosteniendo esa convicción. Los ciudadanos hemos perdido esa convicción. A lo sumo llegamos a la convicción de ser “desocupados”. Pero no más.

La desaparición de Facundo Castro Astudillo y la confirmación de la condena a Luis d´Elia por tomar una comisaría responsable del asesinato del militante “oso Cisneros”, son evidencias de que la “república" está subordinada al Yo Absoluto del Poder Militar/Policial.

Hasta cuándo abusará de nuestra paciencia la constante de la democracia representativa que representa a pocos, de presentarse como poder de muchos e incluso de todos.

“Yo, Argentino”.

¿De qué argentino/argentina estamos hablando?

“Nosotros, Argentinos” sería otra consigna, quizá berreta, mezcla de resignación y dolor.

La campaña para la construir de un Yo Berni, incluso denominado en una canción como “Súper Berni”, es la dilución del poder popular en un nuevo Yo de Poder.

Reconozco que esta situación, cuarentena mediante, abusa de mi paciencia.

Y no creo que de la mía solamente.

Edición: 4058


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