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Por Silvana Melo
(APe).- Científico o guardiacárcel. Universidad o gendarmería. Producción o leliqs. Hay rumbos que se definen estratégicamente para reducir el enorme país que se estira desde los pies helados hasta la cabeza tropical, a un coto de privilegiados. Donde no tienen lugar los frágiles. Y si lo tuvieran, es en el oscuro engranaje de la industria represiva. Es decir, convertirse en la némesis de sus antiguos pares de fragilidad. Las quince cuadras de cola para intentar acceder a 50 puestos de guardiacárcel en Olmos es ese país.
Los 9 mil inscriptos para el servicio civil donde la gendarmería propondrá valores, es ese país.
Olmos es la cárcel más grande del país. Intramuros sobreviven más de tres mil presos. Gran parte de ellos de la misma extracción social de aquellos que, desesperadamente, intentaron conseguir un trabajo con un salario de 34 mil pesos. Que implicará mirar de este lado de la reja a los marginados del sistema, aquellos que quedaron del otro lado, los que no pudieron o no quisieron trepar de este lado del muro.
No es el mejor de los trabajos ser guardiacárcel. Empoderarse para el desprecio, ensoberbecerse para el castigo. Era más bello fabricar zapatos. O ladrillos. O caramelos. Será que era ése el país soñado para los niños. Y no éste. Que cuando crezcan buscarán ser policías o gendarmes o penitenciarios. Porque no quedará trabajo en pie. Y sí muchas hambres y desamparos para disciplinar.
La convocatoria en Olmos fue por dos días. Se cerró con mil inscripciones. Varios miles más quedaron afuera. La desesperación tiró botellazos contra la cárcel. Por no poder entrar. De este lado.
De los 9000 pibes de entre 16 y 20 años que se inscribieron en el Servicio Cívico donde la Gendarmería repartirá valores con sutileza y la facilidad de las balas, apenas 1200 serán los que colmen las vacantes. En un proyecto educativo manejado por el Ministerio de Seguridad. Para formatear a los pibes en la industria represiva.
Para demonizar al otro que es su par.
Mostró Bullrich al Gabinete una encuesta donde siete de cada diez adolescentes estaban encantados con el Servicio. Se van escapando los pibes de los sueños de fábricas de zapatos. O de ladrillos. O de caramelos. De la UBA o del Conicet.
Entonces habrá que volver a empezar.
Habrá que volver a rescatarlos de la policía y de los gendarmes.
Habrá que volver a rescatarlos de las cárceles.
De adentro de los calabozos.
Y de afuera.
Edición: 3915
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