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Por Carlos del Frade
(APe).- “Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores. La experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan”, escribió Rodolfo Walsh.
La frase tiene un necesario complemento: las clases dominantes tienen memoria.
Por eso construyen el olvido y falsifican la historia.
Y también repiten herramientas y reviven enemigos desde el fondo mismo de su entrenado recuerdo.
A cien años de la masacre de por lo menos 700 trabajadores como consecuencia de la huelga iniciada en los talleres Vassena, en Buenos Aires, el gobierno nacional impulsa la creación de una fuerza paramilitar como en aquel momento fue la Liga Patriótica, presidida por Manuel Carlés y como segundo, el titular del entonces Círculo Católico de Obreros, el obispo auxiliar de la Capital Federal, Miguel de los Santos De Andrea.
Civiles entrenados para colaborar con el ejército, tal como fue la llamada “guardia blanca” que también fusilaría obreros en la Patagonia en 1921 o la Triple A de los años setenta.
Paramilitares hoy llamados reservistas.
La buena memoria de las clases dominantes.
Dice la información que publicaron los diarios de todo el país a principios de este cada vez más crepuscular 2019 que “el gobierno planea crear un nuevo cuerpo de reserva en el Ejército, formado por voluntarios civiles que actuarían en caso de un conflicto bélico -con el riesgo que sea utilizado en la represión de conflictos sociales- o de un desastre natural, según informaron ayer fuentes oficiales”.
Las noticias agregan que “los reservistas civiles recibirían entrenamiento, capacitación y una remuneración; podrían actuar en caso de desastres naturales, y también se les daría adiestramiento militar para actuar sólo en caso de conflicto bélico”, apuntan los medios.
Un total de 10 mil reservistas civiles.
Es el mismo gobierno que alienta la baja de la edad de punibilidad contra las chicas y los chicos de quince años.
La misma administración que acusa a los extranjeros de generar hechos de violencia, ignorando sus propios datos oficiales que hablan de la participación mínima de personas de otras nacionalidades en delitos comprobados.
En el país hay 4.943 personas extranjeras presas. Para la Procuraduría Penitenciaria, solamente el 6 por ciento del total de la población carcelaria. Para el INDEC, el 4,5 por ciento. Pero la ministra de Seguridad habla del 20 por ciento para justificar la destrucción del preámbulo de la Constitución Nacional que abre las puertas de la Argentina para ser habitada por cualquier ciudadano o ciudadana del mundo.
No está sola la minoría gobernante argentina. El nuevo gobierno en Brasil impulsa algo parecido: desde una base norteamericana en su territorio hasta la persecución del color rojo y cualquier ideología vinculada a la izquierda. Parece mentira escribir estas concepciones neofeudales en pleno tercer milenio.
Pero esas medidas del gobierno de Jair Bolsonaro le dan bríos a la administración del ingeniero Mauricio Macri.
Por eso, a cien años de la fenomenal represión que pasó a la historia como la “semana trágica”, los sectores dominantes de la Argentina repiten el esquema.
Civiles armados para las distintas y supuestamente “nuevas amenazas” contra la seguridad del pueblo.
Las supuestas “nuevas amenazas”, como hace cien años, son las pibas, los pibes, las y los trabajadores, las y los extranjeros.
Las clases dominantes tienen memoria.
Por eso repiten las herramientas y los enemigos.
Edición:3792
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