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Por Carlos del Frade
(APE).- Donde duerme la luna. Eso quiere decir Yacyretá. Bellas palabras guaraníes para nombrar un paraje de ensueño. Sin embargo, como suele pasar, la belleza de los pueblos originarios y la armonía de la naturaleza suelen ser estropeadas por los intereses de pocos.
Quedan las palabras. Testigos, resistencia y desafío. Porque en el sentido de la palabra están los principios, los sueños de lo que debe ser y que, entonces, algún día será.
Hay 30 mil personas que no saben bien qué significa el verbo vivir nada menos que allí, donde duerme la luna, en tierras correntinas, misioneras y paraguayas.
Han sido, ellos -los 30 mil vecinos-, corridos por las sumas, restas y otras operaciones que hacen los que entienden el funcionamiento de la Entidad Binacional Yacyretá. El monumento a la corrupción, como le gustó definir al ex presidente argentino que convirtió el país en propiedad de unos pocos a cambio de menos que poco.
Miles de personas viven de planes sociales y se alimentan en comedores. Para colmo del cinismo, nombraron al barrio con el título de “Nueva Esperanza”.
Víctor Godoy, por ejemplo, no pudo tolerar tantas contradicciones. Con solamente veintiún años, en la madrugada de reyes, el 6 de enero, decidió ahorcarse con la soga del tendedero de ropa. No tenía plata y la nueva esperanza no lo subió a su tren de espejismos.
El muchacho vivía en una casa entregada por la empresa, junto a sus dos hermanas y la pareja de una de ellas.
Cuando el primer mes del año se iba, un hombre de cuarenta años apuñaló a su pareja, de 31 años, luego a su cuñado y por último, se ahorcó con un alambre del tanque de agua.
Todo en la “Nueva Esperanza” parida a la sombra de los millones de dólares tragados por la corrupción que pinta la historia de la Entidad Binacional Yacyretá.
"Nuestra situación es penosa, vivimos en una cucha, porque eso es en donde vivimos. La comida que nos dan no alcanza... ¿acaso con un tachito de comida sirve para ocho personas que somos las de acá", cuenta la misionera Ramona del Puerto, mamá de cuatro nenas y un varón. “Cuando vivíamos en Villa Blosett el colegio nos quedaba cerca, ahora estamos lejos de todo y sin plata. Ella tuvo que dejar la escuela, al igual que sus otras hermanas...", le contó a los periodistas.
Florinda González, otra vecina de “Nueva Esperanza”, remarca que "se están matando por necesidad... pero eso sucede todo el tiempo acá, hombres que se van, familias solas, peleas, discusiones, todo por el hambre y la falta de trabajo", explica la mujer.
“La central hidroeléctrica de Yacyretá es un gigantesco paredón que ha cortado en dos, y para siempre, el río Paraná. Y también las esperanzas de muchos. El condominio energético argentino - paraguayo ha demandado, hasta ahora, unos diez mil millones de dólares y su conclusión definitiva aún no se ha concretado. Muchas generaciones de argentinos, desde el norte hasta el sur, pagarán esta deuda con la banca internacional durante años”, escribió el periodista investigador, Norberto Bermúdez, en su libro “Perros de presa. Yacyretá: corrupción y poder político en Argentina y Paraguay”, editado en el año 2001.
Seis años después, los vecinos de “Nueva Esperanza” son la contracara de semejante monumento de la impunidad, no solamente a la corrupción.
Fuentes de datos: Diario Territorio - Misiones 04-02-07 / “Perros de presa”, Norberto Bermúdez, Ediciones B, Buenos Aires, 2001
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