Últimos días de la Antártida

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Por Oscar Taffetani

(APE).- Bill Gates acaba de partir hacia la Antártida. Informan los cables que el millonario llegó en dos aviones particulares a Ushuaia y allí abordó el Octopus -un yate de 126 metros de largo, con 60 personas de servicio, dos helicópteros y minisubmarino- que le prestó su socio Paul Allen, para hacer una visita al continente blanco.

Los próximos 14 y 24 de febrero partirán hacia la Antártida dos excursiones de lujo, en el crucero Explorer II. Tras pagar un ticket de 5.000 ú 8.000 libras esterlinas por persona, otros magnates disfrutarán de “una vasta extensión glacial, que se conserva en toda su pureza” (así dice el prospecto).

También desde Sidney y Melbourne, Australia, parten esta temporada los jumbos 747 de la empresa Quantas con destino a la Antártida. Aunque ellos no aterrizan. Sólo llegan hasta el Polo Sur, lo sobrevuelan por cuatro horas y regresan a casa. A los pasajeros de primera clase (5.199 dólares) les toca ventanilla todo el tiempo. Los otros, están obligados a rotar.

Los pilotos de esos viajes -dicen los organizadores- brindan valiosos reportes sobre la ampliación del agujero de ozono sobre la Antártida. Y por si fuera poco, las empresas Croydon y Quantas contribuyen con una parte de sus ganancias “a obras de ecología y caridad”.

Suicidas del mundo, uníos

El continente antártico, de 160 millones de años de antigüedad, mantiene el 80% del agua dulce del planeta. Ciertas variaciones importantes en su conformación (por ejemplo, los ciclos de Milankovitch, que marcan el desplazamiento del Polo Sur) se producen cada cien mil años. Pero hay otras variaciones -el adelgazamiento en la capa de ozono, el calentamiento global, la destrucción de ecosistemas- que los locos con carnet del planeta están produciendo allí a velocidad inusitada, comprometiendo el futuro de la humanidad.

En el último Foro de Davos volvió a hablarse de estos problemas, y de una inminente catástrofe climática. Luego de escuchar las dramáticas exposiciones de dirigentes y jefes de Estado, los especialistas acordaron lanzar la denominada Global Cool Campaign, que utilizará en sus consignas versos del desaparecido rockero Jim Morrison. Toda una novedad.

Mientras la Global Cool Campaign se organiza, las cumbres nevadas de Davos -como se vio esta última vez- ya no están nevadas. Y las lluvias e inundaciones arrasan ciudades y sembrados en Asia, Europa y América.

Mientras la Global Cool Campaign se organiza, los alegres cruceros de verano (algunos, llevando a los mismos millonarios que estuvieron en Davos) contaminan con fuel-oil las milenarias bahías del continente blanco. Y los jumbos australianos de Quanta -quemando kerosén, otro combustible fósil- surcan los cielos de la Antártida, para anunciarnos que se está adelgazando, peligrosamente, la capa de ozono...


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