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Por Carlos Del Frade
(APe).- La principal banda narco de la provincia de Santa Fe fue condenada hoy por asociación ilícita pero no por narco. La justicia federal, recién el pasado 27 de marzo de 2018, despertó de un largo sueño bastante parecido a la complicidad y ahora, después de ese proceso en los tribunales provinciales, decidió juzgarla por el delito del narcotráfico.
Esa resolución de la inefable justicia federal rosarina se inicia con la investigación que realizan sobre una venta de estupefacientes en las calles Laprida y Chávez, en sur de la cuna de la bandera.
Cerca de las vías de los trenes que hace rato dejaron de transportar gente y que ahora solamente llevan cereales o metales, estaba un vendedor apoyado por dos “soldaditos”, dice el texto de la investigación.
Porque la base del narcotráfico es la explotación infantil y juvenil. Una explotación de mano de obra que no aparece como tal en las crónicas policiales ni tampoco en las secciones de economía o política de los grandes medios. Las historias de los grandes narcos, como Pablo Escobar Gaviria o el Chapo Guzmán no tendrían tanta aceptación si las cadenas de televisión mostraran la realidad cotidiana de las pibas y los pibes que son explotados para que luego crezcan las riquezas de los patrones.
Después de las seis de la tarde, dos pibes ponían sus cuerpos al servicio del negocio que recauda mucho dinero en otros lugares.
Kevin y Alan, los soldaditos en cuestión, tienen veintiuno y veintitrés años respectivamente y los dos están con la secundaria incompleta. Kevin trabaja de cadete y Alan dice estar empleado en algún lugar que no está registrado en los papeles de los tribunales federales de Rosario.
“De acuerdo a los elementos que fueron recabados en esta instrucción, las personas que habrán de ser tratadas aquí, ALAN NAHUEL y KEVIN JOEL se sitúan en el eslabón más bajo de esa la organización criminal. A KEVIN JOEL se le atribuyó ser una de las personas que se encargaban de brindar seguridad al punto de venta ubicado en calle Laprida y Chávez de Rosario, es decir, ser “soldadito” o en otras palabras, aquel que da aviso o se encuentra en permanente estado de alerta tratando de determinar la posible presencia de personas ajenas al lugar y sobre todo, de personas pertenecientes a fuerzas de seguridad”, señala la resolución.
Kevin y Alan forman parte del “eslabón más bajo de esa la organización criminal”, apunta la redacción particular del informe federal.
“… Así las cosas, encontramos probado que los imputados ALAN y KEVIN formaron parte de los hechos que se le imputan, con el grado de relevancia propio que representa ese accionar de los eslabones inferiores de la cadena de comercialización de estupefacientes que llevaba a cabo la organización narcocriminal bajo estudio”.
Los investigadores dijeron que “…las eventuales detenciones de MONTSERRAT y ACUÑA, eslabones intermedio e inferior respectivamente en la pirámide jerárquica, no resintieron este andamiaje delictivo ni su funcionamiento, ya que el control ejercido por los cuatro organizadores sobre el plan delictivo y sobre las acciones de sus subalternos, dotó a estos últimos de cierta fungibilidad, dificultándole poderosamente a las fuerzas de seguridad el desbaratamiento de esta maquinaria narcocriminal”.
Ese comentario incluye una palabra que suele pronunciarse como sinónimo de mano de obra descartable para las chicas y los chicos que son explotados en el negocio narco, fungibles.
“De conformidad al artículo 337 del Código Civil, los bienes muebles son fungibles o no fungibles. Son fungibles aquéllos respecto de los que no se puede hacer el uso adecuado a su naturaleza sin que se consuman, y no fungibles las demás. El Código Civil parte de la distinción entre cosas fungibles y no fungibles, y sin embargo, lo que hace es definir las consumibles y las no consumibles. Cosas fungibles serán aquéllas que en el tráfico vienen consideradas según su número, medida o peso, y pueden ser sustituidas unas por otras. Las no fungibles serán las que no admiten la sustitución, así una obra de arte original”, coinciden las interpretaciones judiciales.
Es decir, un adolescente explotado por una organización narco es fungible, descartable, consumible y reemplazable por otro. No tiene originalidad ni particularidad.
Kevin y Alan, los que dieron origen a la causa por la cual hoy la justicia federal rosarina parece despertar en relación a Los Monos, son dos muchachos fungibles, descartables.
El rol verdadero de las pibas y los pibes para el sistema, consumidores consumidos, fungibles. La base del negocio que nunca llega a las alturas, allí donde los dueños del dinero están muy lejos de aparecer en comisarías y pasillos tribunalicios.
Porque ellos, los titiriteros, claramente, no son fungibles.
Porque los dueños del dinero no pueden ser sustituibles.
Por lo menos es impensable en medio de este sistema.
Fuente: Resolución federal del 27 de marzo de 2018 de la causa 23.772.
Edición: 3587
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