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Por Bernardo Penoucos
(APe).- Cuánto vale la vida de un carnalito en México, en ese fuego cruzado, en ese sonido de guerra del crimen organizado. Cuánto vale el cuerpo de una chamaquita en el túnel oscuro de la pobreza dominicana. Cuánto cuesta la respiración de un guachín intoxicado y llagado en el conurbano profundo, allí en el afuera del afuera. Cuanto da el mercado por una wirrita en el despojo desértico de Honduras. A cuántos rostros gurises se ha tragado el rio de la codicia.
Cuántas balas vale un peladito ecuatoriano, puro indígena, puro pobre. Cuál es la transacción que el sistema impone ante una menina que baja inocente desde el morro brasilero. Cuándo fue el tiempo en que todo tiempo tuvo precio. Cuándo fue el día en que todo día se volvió noche. Cómo se hace para no andar hablando de violencias, de dolores, de ascos profundos de humanidad. Quién cuida a los despojados, quién pone el cuerpo por ellos, qué barro los cura. Cómo es que se arreglan los mundos, cómo es que se calman las rabias.
En la última esquina, en el fondo del fondo, tras los muros y los atardeceres, en sótanos de mala muerte y whiskerías clandestinas, en talleres ilegales de ropas de diseño, en pabellones inundados y eléctricos y en loqueros tortuosos, en las fronteras invisibles y tabicadas y en las cocinas del humo resacoso de cocaína.
Allí, moviéndose, alzando las manos, aleteando la vida y el auxilio, allí, regalándonos un grito silencioso y un socorro urgente. Allí laten los otros, allí perduran los más, escapando, huyendo de la muerte temprana, arrastrando quejidos y lamentos, queriéndonos decir, no pudiendo decir, escondidos del mundo que los esconde, perdidos de la tierra que los perdió.
Allí laten las profundidades, mar revuelto de violencias enquistadas, puras inocencias comercializadas, puros niños y niñas, gurises, cholitos, pibes y pibas.
Allí, en el fondo del fondo, hace rato, hace tanto tiempo que la noche se hace larga y el día no amanece.
Edición: 3540
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