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Por Carlos del Frade
(APE).- El 83,3 por ciento de las chicas y chicos que vive en la llamada Villa 21/24 de Barracas sufre algún tipo de parasitosis intestinal. ¿La culpa es de los bichos que están en las panzas de los purretes?
El dato lo reveló una investigación realizada por el Departamento de Química Biológica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.
La villa se levanta sobre el Riachuelo y sus casillas están asentadas en terrenos rellenos de escombros y basura acumulada.
Los parásitos revelan para qué sirve saber el número de habitantes bajo la línea de indigencia: la gran mayoría de los habitantes de la villa 21/24 no tiene ni siquiera 400 pesos mensuales para gambetear la mishiadura.
La indigencia de los números explota en parásitos dentro de las tripas de los pibes.
Así de simple y concreto.
El agua llega a través de pocas canillas y mangueras gastadas. Hay pocas cloacas y ausencia de recolección de residuos. Elementos que forman parte del caldo de cultivo de los bichitos que se meten en las chicas y chicos.
"La invisibilidad del problema para los afectados y sus familias, y la consecuente falta de consulta y tratamiento, es lo que conduciría a que, a medida que aumenta la edad del niño estudiado, observemos que la cantidad de especies que parasitan sus intestinos sea mayor", explican los investigadores.
¿Por qué las pibas y los pibes suelen ser calificados de invisibles?
¿Qué ojos son capaces de no mirar a una nena o a un nene?
Las consecuencias de los parásitos, hijos directos de la indigencia a la que han condenado a la mayoría de las familias de Villa 21/24, es que "dependiendo del estado de salud del chico, y del parásito que lo está infectando, puede verse afectado su crecimiento, o agravarse alguna enfermedad crónica que pueda estar padeciendo".
En realidad los parásitos de los chicos de la villa tienen una larga historia. Una cadena de desidia de parte de varios estados que se va acumulando como los escombros y los residuos donde se asientan sus casillas.
Ausencias de servicios provinciales y municipales, corrientes de agua que prometieron ser purificadas desde el estado nacional y programas para la infancia que no llegan a todos los pibes porque, como suele decirse en este y otros casos, los chicos más estragados, los más robados, los más bastardeados que apenas aparecen disfrazados en los números de las estadísticas de pobreza e indigencia, esos chicos resultan ser “invisibles”.
Habrá que descubrir qué tipo de parásitos son los que pululan en las diferentes instituciones estatales y que generan violencia existencial contra las familias que sobreviven, no solamente en Villa 21/24, sino en otros tantos lugares del país que ya no es.
Esos parásitos, los que viven a través de un estado al servicio de las minorías, resultan ser mucho más letales e impunes que los que crecen en las vísceras de los pibes.
Aunque es necesario decir que este tipo de parásitos suele generar muchos más anticuerpos e impunidades que los que están metidos en las pancitas de los chicos empobrecidos.
Fuentes de datos: Centro de Divulgación Científica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA / Diario La Nación 04-12-05
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