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Por Carlos del Frade
(APe).- Un balazo por la espalda se tragó la vida de Kevin Nicolás Aguirre, de solamente dieciséis años. Vivía en pleno barrio Ludueña, en el oeste rosarino. Días después, cuando un cortejo lo acompañaba, varias patrullas policiales irrumpieron y desataron un enfrentamiento en el que abundaron disparos con armas de fuego y varias detenciones.
Una de las crónicas periodísticas señala que “cuando los deudos marchaban por calle Junín hacia el cementerio La Piedad llevando el féretro con los restos del adolescente, tanto en vehículos como a pie, espontáneamente se acercaron patrulleros que se alinearon con la caravana. Se generó así un clima de tensión donde se escucharon algunos insultos y desde los móviles partieron disparos con munición de posta de goma que desmadraron la hilera del cortejo”, sostiene la nota.
Agrega que “el jefe del cuerpo policial actuante aseguró, sin embargo, que debieron acercarse porque algunos miembros del cortejo, en sintonía con un hábito repetido en ceremonias fúnebres en algunos barrios populares, empezaron a efectuar disparos al aire para despedir al difunto. La presencia de policías requiriendo frenar los disparos caldearon más la atmósfera por lo que se produjeron las corridas”, apuntaron los medios de comunicación rosarinos.
Kevin tenía dieciséis años.
Una vez más la repetida matriz de las víctimas, menores de veinte años que pueblan las estadísticas oficiales en la provincia de Santa Fe.
Kevin es una nueva demostración que los pibes no son el problema sino que están en problemas. Kevin no era un privilegiado ni tampoco tenía el futuro asegurado. Todo lo contrario. Rosario, la ciudad de los niños, es cada vez más una propaganda hueca y dolorosa. Tan hueca y dolorosa como que en la Argentina los únicos privilegiados son los niños.
En el mismo día que se revelaron esas postales de vecinos, amigos y familiares de Kevin acosados por integrantes de La Santafesina SA, otra noticia expuso hasta qué punto la famosa independencia de poderes es una gran mentira y que la transparencia hace rato se fue al descenso.
Jaquelina Balangione, la mujer del ex presidente de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe, Rafael Gutiérrez, está a punto de ser nombrada Defensora Pública del segundo estado argentino.
Una jugada de tiempos feudales, de mesas chicas, donde casos como el de Kevin no tienen ninguna importancia.
A pesar de la maniobra política familiar, los jurados que evaluaron a Balangione, la Suprema, apuntaron detalles negativos en su evaluación.
Por ejemplo, Balangione propone “una escuela de capacitación para la defensa y la adopción de criterios de actualización permanente.
Y la implementación de parámetros de exigencia máxima y, en tal sentido, la introducción de un sistema de puntaje. “Ante ello este cuerpo pondera la necesidad de arribar a la excelencia, pero destaca la imprecisión en las formas para lograr el objetivo”, sostiene el informe evaluador. Otro aspecto es que la postulante da cuenta de la necesidad de implementar una carrera dentro de la defensa pública, con concretos incentivos, aunque no especifica cuáles son, agrega el tribunal”, sostienen los diarios.
Y añaden otra observación de los jurados: “Se le consulta sobre la problemática vinculada al examen de testigos para el armado de la teoría del caso, teniendo en cuenta la imposibilidad de la defensa de usar métodos coercitivos para que comparezcan. Y responde que lo pueden lograr a través de convenios con el MPA (Ministerio Público de la Acusación). Se le contesta que no están esos acuerdos y que hay una situación de minusvalía por parte de la defensa. Y se le pregunta cómo haría y no contesta”.
Más allá de estas observaciones críticas, la pareja del que fuera varias veces presidente de la Corte Suprema de Justicia de la provincia de Santa Fe, está primera en la carrera por ocupar el cargo de Defensora Oficial.
Quizás le sobra con ser solamente eso, la mujer del mandamás del servicio público de justicia del segundo estado argentino.
Mientras en mesas chicas se decide la suerte de los tribunales santafesinos, las consecuencias de estos armados que promueven el nepotismo se sufren en los barrios, allí donde pibes como Kevin no solamente reciben un balazo por la espalda sino en los que sus familiares son acosados por las fuerzas policiales. Algo huele muy mal en Santa Fe.
Fuentes: Diario “Rosario/12”; Diario “El Ciudadano”, Diario “La Capital”, los tres de la ciudad de Rosario, domingo 12 de febrero de 2017.
Edición: 3332
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