Los espectros del machete

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Por Carlos del Frade

(APE).- El pibe de catorce años quiso robar algunos cables. La primera señal fue un apagón que se sufrió en la zona del barrio Jardín, en la ciudad de Tartagal, en la hermosa y misteriosa provincia de Salta. El chico usó un machete y sufrió quemaduras muy graves. Los trabajadores de la empresa de la energía lo encontraron tirado y malherido. El machete estaba chamuscado.

 

La crónica periodística sostiene que “los operarios alertaron a la policía y en seguida, una ambulancia llegó al lugar y se llevó al joven, quien por la tarde, y debido a su delicado estado, fue derivado a Salta. El joven ladrón presentaba quemaduras de segundo y tercer grado en gran parte del cuerpo”, apuntaron los medios de comunicación.

Para la policía, el pibe es vecino y “pretendía robar los cables de media tensión armado con un machete, circunstancias en que recibió una fuerte descarga que lo tiró al piso. Según lo investigado, el joven se hallaba junto a otro cómplice, quien al ver lo que había sucedido se dio a la fuga”, agregaron las notas consultadas.

¿Cuánto tiempo habrá estado inconsciente el pibe de catorce años que armado de un machete quería robar cables de media tensión en un pedacito del mapa salteño?

Un lugar en donde se forjara la lucha por la liberación de estas tierras, cuando los gauchos del líder popular, Martín Miguel de Güemes, se jugaban la vida para que la existencia de sus hijos tuviera sentido.

Cuenta la historia que los españoles que intentaban derrotar a los seguidores de Don Martín no podían entender de dónde sacaban tantas agallas aquellos desesperados que tenían como armas tijeras, tacuaras y machetes.

Doscientos años después, uno de aquellos pibes por los cuales sangraron y murieron los abuelos, armado de un machete, quería robar porque alguien, mucho antes, le había robado aquel sentido existencial por el que habían peleado los antepasados.

Los fantasmas de los gauchos habrán visitado al pibe de catorce años mientras estaba inconsciente y los espíritus de los machetes libertados también se arrimaron al que blandía el muchacho.

Y se habrán preguntado por qué pasa esto con los herederos de semejante orgullo libertario.

Por qué un pibe de catorce años se juega la vida con su machete para robar un pedazo de cable que luego venderá a un precio que, casi con seguridad, no vale tamaña audacia.

¿Cuántos chicos sentirán lo mismo que este pibe de catorce años?

¿Quién fue el responsable para que reemplazara aquellos valores que tenían los muchachos salteños hace tanto tiempo por estos que no merecen semejante energía y demostración de osadía?

Los fantasmas de las montoneras de Güemes y los espectros de los viejos machetes que pelearon por la liberación están nerviosos e inquietos.

Algunos les robaron las almas sensibles y las están convirtiendo en desesperados espíritus que buscan zafar en lugar de vivir, perversa ecuación que entraña la pérdida del sentido de identidad y el extravío de una necesaria conciencia política fundamentales para que los pibes de catorce años se enamoren de otras cosas seguramente más valiosas a la hora de blandir un machete.

Fuente de datos: Diario El Tribuno - Salta 09-07-06


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