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Por Carlos del Frade
(APE).- Silvia tiene doce años y sufre de una deficiencia neurológica congénita que afecta su estado mental y su aparato digestivo, por lo que debe estar siempre acompañada por alguien que la cuide, dicen los diarios de Santiago del Estero.
Silvia, su mamá, es la que la acompaña de manera permanente. Y debe inventar una magia de la desesperación para cuidar a sus otros dos chicos, de diez y cuatro años.
Magia de la desesperación. La única que le queda a alguien que solamente recibe un subsidio de 270 pesos mensuales que le reconocen como devolución a tanta valentía existencial.
Reconocimiento avaro, mezquino, injusto. Tan despreciable como los poderes que anidan en Santiago del Estero desde hace décadas, como bien lo marcaron los últimos dos obispos, profetas maltratados por las minorías, como Gerardo Sueldo y Juan Carlos Maccarone.
“Soñar con un Santiago es adentrarse en un especie de refundación provincial. Sin embargo, es preciso soñar con los ojos abiertos. ‘Sueños diurnos’ dirá el filósofo Ernest Bloch. Y la mirada a la realidad nos advierte que la convivencia en Santiago está todavía debilitada y sospechada. Debilitada porque los espacios propicios para el debate y el crecimiento en la salud pública y la educación cualificada para todos recién comienza a insinuarse. Debilitada porque los ejes de pobreza alcanzada en nuestros provincianos muchas veces bordea lo inhumano y ‘sobreañadidamente’ se la considera como un factor físico-geográfico, cultural o de destino; cuando en realidad se trata en lo profundo de una opción interesada en generar y sostener dependencias políticas partidarias”, escribía el joven sacerdote Marcelo Trejo, fiel compañero de Sueldo y Maccarone, en la revista Criterios en 2005.
Trejo denunciaba el por qué se repiten casos como el de Silvia mamá y Silvia hija. “Santiago del Estero no es pobre; a Santiago lo han empobrecido y de ello se extraen grandes dividendos acumulados y concentrados en monocentros económicos reinantes. Es necesario desarmar esta ‘trampa de la pobreza’ creada. Sin poder político real y sin independencia económica difícilmente se podrán ensayar nuevas formas de vida democrática. No nos engañemos, ello estaría lejos de un sueño social diurno. Sólo sería una ilusión”.
Para el sacerdote era fundamental “una sociedad movilizada que protagónicamente defiende, tutela y reconstruye sus derechos colectivos, tal como viene dándose en Santiago del Estero de diversas y loables maneras; y sobre una inmediata reforma de la Constitución Provincial, como una manera institucional cualificada de no entregar el presente y el futuro de los santiagueños/as a unos pocos glotones insaciables de poder y de riqueza. Es momento de poner límites a las diversas concentraciones de poder”, decía con claridad y urgencia.
Los 270 pesos que mal llegan todos los meses para atender las necesidades de ambas Silvia, están marcando la necesidad de encarnar aquellos sueños postergados de parte de la iglesia santiagueña. Porque mientras no haya un nuevo Santiago, el drama de Silvia se multiplicará ante la impunidad de los “glotones” creadores de la trampa de la pobreza.
Fuente de datos: El Liberal - Santiago del Estero 01-06-06 / Revista “Criterio” Año 2005
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